En su editorial, Cynthia García habló del nombramiento de Rosalía Giuffré como subgerenta de Producción de la Televisión Pública para poner en discusión las políticas comunicacionales del gobierno.

El editorial de Cynthia García

La TV Pública contrató como subgerente de producción a Rosalía Giuffré, ex asesora del gabinete María Eugenia Vidal y directora de BAMúsica en 2015, bajo las órdenes de Hernán Lombardi. Giuffré figura, además, como aportante trucha en la causa que investigaba el financiamiento de la campaña electoral de Juntos por el Cambio en 2017. 

Lejos de concentrarnos en la figura de la flamante funcionaria, cuyo nombramiento no apareció aún en resolución oficial, pero que se pasea por el canal dando ordenes, lo que interesa es pensar qué tipo de sistema de medios públicos propicia la Casa Rosada. 

Se sabe que para el presidente Alberto Fernández la información no es un derecho, sino una mercancía. En plena campaña electoral de 2019, el actual mandatario dijo en una entrevista concedida a Tiempo Argentino que la comunicación es un negocio.

También recuerdo haberlo escuchado decir que una persona que vive en La Quiaca no quiere ver política en la televisión pública. Grosero error el de Alberto Fernández, pero esa es su mirada. 

Al desestimar cualquier iniciativa vinculada a la lucha por la apropiación de sentido común por parte de los sectores populares, el Frente de Todos no termina de desmontar el verdadero triunfo macrista de 2015: la estigmatización cultural del kirchnerismo, la inhibición ideológica del periodismo y la impugnación moral de la política. 

Sigue siendo en algunos ámbitos de los medios públicos, mala palabra ser kirchnerista. Doy fe de ello. De este modo podemos decir que el peronismo volvió al poder porque prevaleció electoralmente sobre Cambiemos pero la derrota cultural de 2015 en muchos ámbitos sigue vigente. 

Seguimos siendo un territorio en disputa. Eso siempre va a ser así, siempre la batalla cultural de los sectores populares es un territorio en disputa, como lo es nuestra América Latina.

Pero uno pretende que un gobierno que su mayor sostén electoral está en el kirchnerismo aporte en el avance sobre la batalla cultural de la construcción de sentido. 

Para revertir esta situación no se puede ser conciliador. Insistimos de nuevo, el problema no es Giuffré, sino lo que expresa y representa como embajadora de Vidal y Lombardi, puntales de un gobierno vaciado en todas las esferas.

Cuando hablamos de todo el daño que le hizo el macrismo a sociedad y a la economía argentina también tenemos que decir que el macrismo erosionó la batalla cultural. Por eso naturalizamos que Gerardo Morales sea un aliado del gobierno y Milagro Sala siga padeciendo más de 6 años de cárcel.

¿Qué incidencia tiene en esta disputa el campo popular? ¿Con qué herramientas se da la batalla cultural? En este contexto de asedio mediático por parte de la derecha ¿Cuál va a ser el enfoque de esta autoridad de la televisión pública? Nos merecemos una televisión pública plural, pero no neutral, que asuma la responsabilidad comunicacional de su tiempo. 

Recordemos algunas cosas. Lombardi encabezó un ajuste castigador en la TV pública, como si sus trabajadores estuvieran infectados de un virus. Echó de Radio Nacional a todos los comunicadores y directores que no participaran de una rutina informativa curtida en las escuelas privadas del periodismo subsidiario de las grandes empresas. Despidió a 354 trabajadores de Télam por considerarlos ñoquis o lisa y llanamente kirchneristas. 

Esto no es personal, pero a veces lo personal es político. Yo sufrí la persecución de Lombardi. Lombardi dijo que aquellos que conformábamos 678 cobrábamos sueldos inmorales. Lombardi persiguió y mintió sobre un colectivo de periodistas que, por supuesto, me excede, pero no me excluye. 

La triste conclusión, mal que le pese a muchos, es que el neoliberalismo se ha convertido en el aire que respiramos, infecta nuestras subjetividades. Ese también es un eje de la batalla cultural.

Para decirlo en palabras de Juan Gelman, "habría una decencia a parquímetro y un fino individualismo brutal en nosotros". Combatirlo implica asumir que hay un enano macrista en cada rincón del Estado. Una nueva capa geológica de derecha. Lombardi no se fue, se escondió en los medios públicos.