En su editorial, Cynthia García analizó la avanzada de la Corte Suprema en el Consejo de la Magistratura. Advirtió que no es una avanzada casual, sino que se trata del dominio del "órgano político del Poder Judicial".

Apuntó: "Hoy el empresariado argentino, la clase dominante, da un nuevo golpe institucional para inhibir la función del Congreso, maniatar al Ejecutivo y expandir la fuerza jurídica como brazo de disciplinamiento social para la maximización de sus ganancias".

Un poder monárquico

El tema es obligado. Porque hoy ocurre lo que se venía previendo: que Rosatti se iba a hacer cargo de su propia designación al frente del órgano político del Poder Judicial, que es el Consejo de la Magistratura. Y había como un ruido enorme. Pero ellos acallan los ruidos. Son un poder absolutamente monárquico.

Ustedes saben que cada provincia tiene su Suprema Corte. Y la de Tucumán, hace un tiempo, tenía a uno de sus jueces que, me contaron, caminaba los pasillos del palacio sin tocar los picaportes de las puertas.

Para que entiendan la dimensión. Tenía una ordenanza que iba abriendo las manijas de las puertas a su paso. Es una imagen que me quedó gravada para entender el poder de este organismo tan monárquico.

160 años, la misma Corte

La Corte Suprema fue puesta en funciones por Bartolomé Mire, quien no solo dejó al diario La Nación custodio de la élite argentina, sino también al Poder Judicial como reaseguro de sus privilegios.

Mitre promulgó la ley número 27 que organizaba este poder. Dos días más tarde propuso una lista de candidatos para integrarla. Este año se cumplirán 160 años de esa fecha, y las cosas no han cambiado demasiado.

Entre aquella composición y la actual no habría diferencias sustanciales. Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Ricardo Lorenzetti, aun con procedencias distintas, se pavonean con pretensiones señoriales.

¿Cuál es el sentido de la discusión violenta del máximo tribunal sobre el Consejo de la Magistratura? ¿De qué estamos hablando? ¿Qué cosas nos ocupan y preocupan?

La preocupación de quienes observan los tentáculos corporativos monárquicos de este poder judicial radica en que el Consejo de la Magistratura es el órgano político de ese poder. Administra políticamente ese poder del Estado.

Lo hace ejerciendo como promotor de designaciones de jueces, revisando concursos y ejerciendo como puntual como remoción. Por eso la composición es fundamental.

La Corte, un títere

La adversión a la política hacen que los cortesanos, impongan, como si tuvieran facultades parlamentarias, las normas que los favorecen. Nadie vota a los jueces. No son elegidos por el voto popular.

Hoy tratan de reponer de forma autoritaria el apetito por controlar el órgano que puede evaluar e iniciar trámites para la remoción de los integrantes de su casta.

Rosatti ni siquiera es en sí mismo el verdadero problema, es, en todo caso, el instrumento de un dispositivo del poder real, para controlar todos los juzgados del país en nombre de los grupos económicos.

Hoy el empresariado argentino, la clase dominante, da un nuevo golpe institucional para inhibir la función del Congreso, maniatar al Ejecutivo y expandir la fuerza jurídica como brazo de disciplinamiento social para la maximización de sus ganancias.

Porque esta Corte responde a los intereses de una corporación económica.