En su columna, Fernando Borroni advirtió que al gobierno se le acaba el tiempo para "reaccionar" y atender las demandas de la población.

La columna de Fernando Borroni

No es grato cada mañana hacer referencia a que la situación económica argentina está cada vez más complicada pero rs difícil encontrar en este presente elementos que se puedan transformar.

El control de precios, una de las medidas que busca impulsar el consumo, no deja de ser medida paliativa. No siempre se cumplen y por lo general no alcanza. Hay que implementarlo, claro está, pero solo no alcanza. Es tiempo de encontrar en soluciones.

Ayer se reunieron los referentes de la UIA, la CGT y el Gobierno. En la reunión se hicieron los mismos análisis y se firmaron los mismos documentos de siempre. ¿Cuándo va a llegar la reacción? La reacción debe llegar. Está por demás comprobado que aplicar siempre las mismas medidas y mecanismos no da resultados.

Falta reacción y decisión pero aún hay oportunidades. De cara a la realidad y de cara a 2023, porque aunque no sea momento de pensar en las elecciones, no hay que entregarle el 2023 el gobierno a la derecha.

Está claro que este gobierno busca salidas pero no las encuentra. ¿No tiene la suerte? ¿No está dispuesto a embarrarse hasta el cuello? ¿Por qué no se reacciona en estos tiempos? De esa reacción depende el futuro de los argentinos.

Argentina necesita una mirada económica integral, porque todos los actores no tienen los mismos intereses.

Se necesitan decisiones que excedan los controles de precios, que se animen a poner en discusión las ganancias de los bancos, los subsidios, cómo se redistribuye el ingreso, quiénes se llevan las porción de la torta. Esa es la discusión estructural.

Hace meses, Cristina Fernández de Kirchner decía que en la post pandemia la economía iba a crecer, pero que el problema era que ese crecimiento se lo quedan unos pocos. Ayer, Máximo Kirchner fue en la misma línea.

Para evaluar el diagnóstico del gobierno hay que escuchar a los dirigentes y lo que discute los piquetes. Porque cuando la política discute las consecuencias y no las causas, está perdida. Si el campo nacional y popular se rasga las vestiduras por las consecuencias, entonces tiene un problema con las causas que no puede resolver.

Mientras se contienen las consecuencias se buscan instrumentos para transformar las causas. Este gobierno está a mitad de gestión. Aún le queda soga, posibilidades y tiempo. Tiene que ir de la mano del pueblo, sino no habrá tiempo para nada.