En su columna de La Mañana, Fernando Borroni apuntó al Ministerio de Desarrollo Social por la falta de respuestas ante las protestas que reclaman más programas sociales y trabajo.

La columna de Fernando Borroni

¿Qué pasa cuando vemos las imágenes del acampe en la Avenida 9 de Julio, que no es el primero, cuando observamos que hay cada vez más cortes, de familias enteras que en algunos casos pasan la noche exigiendo trabajo o un programa social?

La estigmatización del poder hegemónico instala que son organizaciones a las que les pagan por ir, que son una manga de planeros que no quieren trabajar. Y se estigmatiza la figura del piquetero, donde se olvidan las causas y sólo se hablan de las consecuencias: se habla del corte y no de porqué hombres y mujeres van a cortar.

¿Qué hacemos frente a esas imágenes desde el campo nacional y popular, cuando esa realidad te golpea la puerta, cuando la pobreza deja de ser la foto y es la mirada penetrante de un padre o madre de familia que necesita un programa social o trabajo porque no alcanza?

¿Qué se hace con las convicciones cuando se llega al poder? ¿Se dejan en el cajón? El pragmatismo político no puede ir divorciado de la convicción: si no, somos oficinistas.

El gobierno anunció que no aumentará los valores de los planes y que van a producir más trabajo. Lo que falta es aclarar cuándo. ¿Creció el empleo? Sí. ¿Se va a mejorar? Se está trabajando en eso. La otra realidad es que hay 17 millones de pobres y se llenan las calles de cortes.

La respuesta de un ministro de Desarrollo Social de un gobierno peronista es que no corten, que no los puede atender y que no hay más planes. Si eso mismo lo dijera ahora Carolina Stanley como ministra de Macri, la estaríamos matando, criticando.

¿Qué hacemos con lo que somos cuando llegamos al gobierno? ¿Qué debe hacer el periodismo cuando la realidad de un gobierno de derecha se parece a la de un gobierno peronista?

Las voces de los barrios grita la verdad: no llega la comida en la Provincia ni en la Ciudad.

En la última reunión entre movimientos sociales y el Desarrollo Social no hubo acuerdo. ¿Y ahora? ¿Qué se hace con las convicciones y las promesas cuando uno se hace una porción del poder?

Si el pragmatismo mata la convicción política para ir por más, estamos terminados. Lo único que falta es que ahora también estigmaticemos.

Gobernar es hacerse cargo. Si a veces no se puede dar respuesta, al menos hay que tener plan b. De esto se trata.

El que tiene hambre, tiene razón.

Y quien gobierna, debe hacerse cargo de aquel que tiene hambre, porque además de sufrirlo, tiene razón.