En su editorial, la periodista y conductora de La García, Cynthia García, aseguró que "la palabra de Alberto Fernández está devaluada y desautorizada". Sostuvo que "la suspensión de la acción política bajo excusas, como la correlación de fuerzas, desgastó la voz del Presidente".

Añadió que "si la palabra es la última trinchera que queda frente a los grupos dominantes, más vale que empiece a precisarse la forma de hablar".

Hablando de las palabras

Hablando de las palabras. De cómo construyen o destruyen. Estamos frente a un ineludible debate hacia adentro del Frente de Todos. En un contexto mundial complicado. Tenemos que estar a la altura de lo que ocurre en el mundo. Para poder surfear esta ola infernal que vivimos.

Ahí hay que ver cuánto influyen las palabras. Cuánto nos transforman y nos limitan. Las palabras son importantes porque nos marcan el campo de lo que se puede, o no, hacer. Ocurre que las palabras no alcanzar para gobernar.

La paradoja es que al Presidente le quedó cómoda la narración frente a la impotencia política por la deuda externa y la inflación. ¿Podría haber hecho algo distinto el Gobierno? Muy probablemente. No ahora, sino hace dos años. De todos modos, siempre hay que contextualizar la pandemia.

¿Conducir al poder real?

Podría haberle ido bien si hacía algo distinto. Cualquier conjetura es contrafáctica. Pero si entendemos que los procesos transformadores necesitan de la acción política, y la acción política puesta al servicio de pujar y correr los límites que te impone el poder real. O sea, irrumpir sobre la correlación de fuerzas, tal vez sí.

Un altísimo funcionario de este Gobierno me dijo en off al principio de la gestión, apenas postVicentín, que lo que pasaba es que ellos creían que el poder real se lo podía conducir. Yo me agarré la cabeza con las manos. ¿Cómo se lo puede conducir? No se lo conduce. Se negocia, eventualmente. Se lo confronta. Se lo traiciona. Pero conducir el poder real, muy difícil.

El problema es que la suspensión de la acción política bajo excusas, como la correlación de fuerzas, desgastó la voz del Presidente. Después de tanto decir lo que va a hacer sin que se cumpla lo que se propone, la palabra del primer mandatario ha quedado devaluada, desautorizada.

Recomponer la autoridad

Se puede recomponer esa autoridad, por supuesto. La base de apoyo de Alberto Fernández lo va a apoyar si a la mesa de los Argentinos le va bien. Pero eso requiere una profunda decisión política. Más peronismo.

Ya decía Perón que mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es realizar. Aunque decir y prometer es importante.

El discurso de Alberto Fernández del viernes donde plantea el programa de la mal llamada "guerra contra la inflación". Y si ese discurso fuera dicho en el inicio de un Gobierno, uno pensaría que es un plan de lo que se va a hacer y la palabra ahí tiene valor.

Pero dicho ahora, cuando en 2020 la vicepresidenta pedía que los funcionarios que no funcionan se vayan a sus casas, cuando hace dos años se planteaba un alineamiento entre alimentos, salarios e inflación, parece un chiste.

Es muy difícil, por eso genera tanta angustia lo que el periodista Roberto Caballero le atribuyó al jefe de Estado hace ya un tiempo, cuando dijo que 'incurre en la revolución de la saliva'.

Si la palabra es la última trinchera que queda frente a los grupos dominantes, más vale que empiece a precisarse la forma de hablar. Para reordenar los términos de la coalición y el reparto de la representación política de la sociedad.