Mientras un nuevo orden mundial se va perfilando a costa de miles de inocentes, muertos, heridos, desplazados, empobrecidos y sometidos, en este rinconcito del mundo seguimos dando la eterna batalla por no ser empujados al último de los infiernos. Y el amo de ocasión sigue teniendo la misma máscara: Fondo Monetario.

Sabemos dar pelea. No sé si es el espíritu sanmartiniano, o Perón y Evita en su herencia de autoestima inquebrantable que siguen configurando a un pueblo que se le anima al poder. Lo cierto es que no nos entregamos fácilmente al lugar del esclavo.

Los detalles de la rosca política se los dejo a otres. Me da tanta bronca estar otra vez teniendo que lamer las botas del verdugo, que prefiero mirar a distancia el asunto. Y, a distancia, me pregunto: ¿qué lugar nos tocará en ese nuevo orden mundial que se cocina entre potencias, a fuerza de misiles y tanques? No lo sé, lo que sí creo es que hay un horizonte que tenemos que ver de antemano. No les somos indiferentes, estamos en su mapa. En el de los europeos, los yanquis, los rusos, los chinos, estamos en su mapa.

No seremos el país más rico en reservas de recursos naturales del planeta, pero en nuestro stock -regalo de la madre tierra, dicho sea de paso-, contamos con unos cuantos galones de petróleo, demasiados metros cúbicos de gas, abundante litio y del bueno, miles de hectáreas cultivables y una considerable cantidad de agua dulce que más que una bendición, parecieran construir la certeza de un futuro de piratas y saqueadores a cuatro manos. Algo así como nuestra marca de nacimiento, esa de la que aún no nos hemos podido liberar.

La nuestra es una historia de resistencia. Siempre teniendo que atajar a los voraces, siempre intentado volver a alzar las banderas de la soberanía. Siempre. Y así será, siempre. Es nuestro sino. Argentina desde sus riquezas emana perfumes que atraen a los bichos menos deseables en este jardín de gente en decadencia que es el mundo de hoy.

"Violencia es mentir" se ha dicho alguna vez. Y hoy la mentira es la estrella principal de este show televisado que nos muestra en HD nuestra propia decadencia.

Apaga la tele nene. Mejor prendé la radio.