Cambiaron los tiempos. Tiempos que se fueron y que quizás no sea el tiempo en que esos tiempos regresen. Se acabaron los tiempos de la política desafiante en pos de los derechos de los pueblos.

No solamente aquí en la Argentina. Se acabaron los tiempos de la política en pos del bienestar social. Se acabaron los tiempos del debate político. Y no solo porque los grandes medios siempre trabajan en todo el territorio de nuestra región.

No solo porque trabajan esos medios hegemónicos para recortar la discusión política, sino también porque se ha recortado esa posibilidad desde muchos espacios propios del campo nacional y popular.

Ya ni ganas de hablar y de vincularme en mis palabras hacia el gobierno nacional. No va por ahí. Los olmos no dan peras.

Los tiempos han cambiado porque muchos en los que estaba la responsabilidad de recuperar la política, para recuperar la disputa, para avanzar por más y nuevos derechos, para nutrir y hacer crecer una sociedad, se ha entregado a la lógica del posibilismo, a la lógica del acuerdo, a la lógica de la no confrontación, a la lógica del falso diálogo.

Que sostiene una estructura, un status quo de un modelo que ya ha demostrado hasta el cansancio que genera marginalidad, desigualdad y pobreza. Y no es una cuestión solo de un ejecutivo, casi que también hay gran parte de la sociedad. Y no es sólo es una cuestión de la Argentina.

La desmemoria como instrumento

Los tiempos han cambiado y la desmemoria empezó a ejercer otra vez. Una tarea denigrante para muchos hombres y mujeres de la sociedad, hasta para un sector mismo del periodismo.

De distintos dirigentes políticos, de militantes, de dirigentes sindicales que hasta hace muy poco indicaban que Néstor Kirchner era el ejemplo, que el acuerdo con el Fondo Monetario, Néstor Kirchner, con esa quita extraordinaria, era el modelo a seguir. Y ahora empezaron por las redes y en sus propias palabras, a bajarle el precio al acuerdo de Néstor.

Hay que bajarle el precio, aquello que estuvo bien. Hay que construir desmemoria para que este acuerdo encaje como tiene que encajar. La desmemoria como instrumento para pasarla lo menos peor posible.

Cambiaron los tiempos. Los tiempos han cambiado porque la política dejó de ser el arte de lo posible para hacer el arte de las maniobras con la que una clase política quiere gobernar. Después, los cambios sociales, vemos. Si suceden, bien.

¿La cuestión es de pesimismo y optimismo o de realidad? Suena más a realidad. Poco importa si es pesimista y optimista. Evidentemente, para algunos la única forma de volver a recuperar el poder para el campo nacional y popular es esto.

Para otros la única forma de sostenerse en el poder es siendo parte de él, sometiéndose a la lógica de la clase política que se vuelve a construir y a dar unas pinceladas en nuestro país. Cada una de estas palabras no están apuntadas simplemente a un poder ejecutivo, porque, insisto, los olmos no dan peras.

"La noticia son los 18 millones de pobres"

Los tiempos exigen dejar de hablar del gobierno. Me estoy convenciendo de eso. Los tiempos exigen hablar de cómo viven los gobernados. Los intereses de los argentinos son los que tienen que empezar a estar en juego y terminar con estas disputas que no son disputas políticas.

El ser de la política está agonizando una vez más. Parece que los tiempos nos dicen que los tiempos de la política están llegando al fin de su tiempo. Bueno, parece que los tiempos en donde la política era instrumento para reducir la pobreza, para que crezca el empleo, para discutir, se desvanecen.

La izquierda en el mundo parece que ha dejado de ser izquierda y que buscan ver de qué manera pueden estar, aunque sea en este juego. Nadie se anima a patear más el tablero. Quizá sea un problema de los nostálgicos.

Mucho se habla de acordar con el Fondo. Esa es la noticia. La noticia son los 18 millones de pobres. Mucho se habla de las internas entre el gobierno y la oposición entre ellos mismos. Y la noticia es que pese esas internas hay una solución urgente que no llega. Y que es la de un modelo más igualitario.

Poco se habla del desastre presente y mucho se habla de las candidaturas del futuro. Esto es lo peor que puede pasar a la política, transformarse en una clase que discuta por fuera del idioma del pueblo.

Los tiempos han cambiado. Pero asumir me parece que es la tarea, que es tiempo de dejar de vivir de la nostalgia, de lo que se fue. Porque aquello que se fue, parece que no volverá pronto.

Ya no solo porque el enemigo político lo prohíbe, sino porque los amigos también buscan que se termine. Bueno, a los que militan la desmemoria en estos tiempos de urgencias, a buena hora aparece.

Algunos no estamos dispuestos a olvidar, algunos no estamos dispuestos a perfumarnos en medio de un modelo hediondo. Y algunos seguimos creyendo que no pasan a la historia aquellos que especulan, sino los que más se juegan. Esta frase de Néstor Kirchner, que para algunos es folclore, para otros muchos es una convicción política.