Alicia Stolkiner es licenciada en Psicología. Hizo su formación en la Escuela de Salud Pública y obtuvo una maestría en Psicología Clínica. Fue, durante el comienzo de la pandemia de covid-19, asesora ad honorem de la Dirección Nacional de Salud Mental.

Consultada por AM750, la especialista repasa algunos de los desafíos vinculados a la salud mental que se vienen en la pospandemia. El debate está abierto y revive cada vez que se toma una decisión respecto a los cambios o eliminaciones en los protocolos sanitarios.

Un ejemplo: ¿cómo podría impactar en los miles de chicos y familias el regreso a las clases? "Hay chicos de secundario, primario e inicial que se alejaron de las aulas. Hay una explicación: los papás tenían miedo de llevarlos", dijo este martes el ministro de Educación nacional, Jaime Perczyk.

Sin embargo, su par porteña, Soledad Acuña, sugirió eliminar las "palabras raras" como "protocolo". "A partir de ahora no hay más protocolos, no hay más palabras raras, no hay burbujas", aseguró durante el anuncio de las normativas de regreso al aula.

Otra pregunta: ¿cómo impactará en todos los trabajadores y las trabajadoras la vuelta total a las oficinas?

"Hay que ampliar los márgenes de participación de los interesados. Que se tengan varias perspectivas a medida que se van tomando las decisiones. Que se tomen contemplando no únicamente un campo de decisiones, sino los intereses de la sociedad en su conjunto", plantea Stolkiner.

De este modo deja en claro uno de los principales desafíos que tienen los gobiernos (nacional, provinciales y municipales) en cada una de las decisiones que se tomen a partir de ahora: tener en cuenta la salud mental. Y que se cumpla con lo establecido en la Ley de Salud Mental sancionada en 2010.

Alicia Stolkiner (Foto: Sandra Cartasso)

-¿Cuáles son los principales puntos que se deben tener en cuenta al momento de pensar la salud mental en la pospandemia?

Alicia Stolkiner: hay una parte de las políticas públicas de salud mental que tiene que ver con el sistema de salud general. Necesitamos una mayor integración. Un ejemplo, que no tiene particularmente que ver con la pospandemia, pero sí con el sistema en general: una vez me tocó trabajar con un grupo familiar con un joven de 19 años con un intento de suicidio. La obra social le respondió que tenían que llevarlo a un lugar en la Provincia de Buenos Aires, no a donde vivían. No tenían un sistema de intervención en emergencias de salud mental. Lo terminamos resolviendo por una consulta en un hospital público. La respuesta que le dio la obra social fue tomarle los signos vitales, esperaron para ver tenía un cuadro tóxico y lo mandaron a la casa de nuevo.

El protocolo de la Ley nacional de salud mental dice que hoy un equipo interdisciplinario tiene que evaluar si hay una situación de riesgo cierto. Y decidir si corresponde, o no, la internación involuntaria. Y ofrecer una forma de tratamiento ambulatorio. No puede ser que un sanatorio contemple la parte biológica y, como no se iba a morir, lo mandan a la casa. Tenés que tener salud mental en el sistema de salud. No solo en los hospitales públicos. Hay que integrar a las obras sociales y el sector privado.

Lo que ellos consideran 'no atendible' puedes significar un riesgo de muerte. Devolver, sin ninguna atención a su casa a una persona con una intento de suicidio que no esté evaluado por un equipo interdisciplinario es como mandar a una persona con una apendicitis a su casa.

-¿Esta doble integración se vuelve fundamental teniendo en cuenta que puede haber un aumento de las consultas en la pospandemia?

La demanda en salud mental ya aumentó. No todo tiene que ver con el aumento de la patología, sino por sufrimientos ligados a las condiciones de vida que se van desenvolviendo a partir de la situación de la pandemia. Ahora, además, con la variante Ómicron ya tenemos una parte importante de la sociedad que ha tenido covid. Y eso significa un seguimiento también desde un punto de vista de algún efecto sistémico. El virus trabaja sobre el conjunto del organismo, no solo sobre las vías respiratorias.

Seguramente el haberse contagiado deja algún nivel de inseguridad, alguna sensación de fragilidad del cuerpo. Entonces tenemos que evaluar también lo que se llama el covid largo. Tenés desde niños criados en condiciones que no eran las que se preveían en la edad preescolar. La suspensión de la escolaridad para adolescentes trajo una serie de transformaciones. Para bien o para mal. El regreso a la presencialidad produce estrés también.

Devolver, sin ninguna atención a su casa a una persona con una intento de suicidio que no esté evaluado por un equipo interdisciplinario es como mandar a una persona con una apendicitis a su casa.

-¿Cómo se puede trabajar sobre la sociedad para que no sea tan abrupto el impacto que significaría eliminar los cuidados sanitarios?

No creo que un fenómeno traumático colectivo se resuelva brindando exclusivamente asistencia individual, persona por persona. Para nosotros, como sociedad que atravesó esto a nivel mundial, no hay una vuelta atrás. Mañana no hay una vuelta atrás. No vamos a volver a la prepandemia, vamos a tratar de ver cómo se va organizando la vida a partir de ahora. La forma de vida urbana empezó a mostrar preocupaciones severas. Por ejemplo, para muchas personas volver a la oficina, al trabajo de ocho horas: muchos lo quieren hacer y otros no.

Lo que hay que hacer es ampliar los márgenes de participación de los interesados, a los principales actores, para que tengan varias perspectivas a medida que se van tomando las decisiones. Que se tomen contemplando no únicamente un campo de decisiones, sino los intereses de la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, en algunos lugares han decidido mantener el teletrabajo para una serie de personas, por los gastos. Pero hay que reglamentar muy bien las condiciones. Hay que ver si están dadas las condiciones ambientales y psicológicas.. Si no, es todo beneficio para la empresa.

-Entonces volvemos a la idea inicial: todas las políticas se deben llevar a cabo teniendo en cuenta la integración de la salud mental en las decisiones que se tomen...

Hay que pensar mucho en el trabajo territorial y comunitario. En las formas orgánicas que tiene la sociedad para generar respuestas colectivas. Eso hace a la salud mental. Por supuesto que además tenemos que hacer cumplir la ley de salud mental para reflexionar la problemática. No se pueden establecer nuevas prácticas.

El uso del barbijo en el espacio cerrado puede tranquilamente relativizarse, y lo que se hace es controlar la calidad aire del espacio cerrado. Hay algunas prácticas que tienen que quedarse para siempre. Yo no sé si es posible dar clase con barbijo, pero sin ningún problema podés tomar un subte con el barbijo.