En su editorial, Víctor Hugo compartió los informes de inteligencia de la última dictadura militar en Uruguay donde se revela que fue víctima de persecución y espionaje. Luego, comparó las prácticas de los gobiernos de facto con la mesa judicial y la Gestapo macrista.

El editorial de Víctor Hugo

Recuerdo cuando hace unos ocho años en Uruguay entregaron los archivos de la dictadura a quienes lo pidieran. Yo estuve entre los pocos que se interesaron para ver que ocurría con uno mismo durante la dictadura. Lo cierto es que es muy perturbador ver esos documento pero vale la pena porque son muchísimas apreciaciones que la dictadura hacia hacía mi persona. 

Me veían como una persona de izquierda. Me acusaban de haberle dado voz a los exiliados y de haber hecho campaña por los Juegos Olímpicos en la Unión Soviética cuando Estados Unidos imponía el boicot a su organización.

Desde el año 1973 hasta años después de la dictadura seguían escribiendo sobre mi persona. Cuando me vine en 1981, una de las explicaciones que di a la radio donde trabajaba y a su dueño que quería retenerme, es que intuía que algo estaba pasando. Sentía, olfateaba que eran demasiado los llamados que se producían a la radio para alerta sobre comportamientos que me atribuían.

"Salió hacia buenos aires en el avión 224 de aerolíneas argentinas a las 14.20". "Falleció su mamá". "Firmó un contrato", decían algunos de los informes de inteligencia. Suponían que yo iba a ser hombre de la política y del Frente Amplio. Estaban informados de todo. Es algo profundamente perturbador. 

Cuento todo esto porque leo lo de la Gestapo Antisindical, el espionaje macrista y el armado de causas. Yo estuve preso 30 días durante la dictadura por una causa armada. Por eso cuando se comparan con los procedimientos de la dictadura no hay ninguna exageración. Yo siento en carne propia que esto es igual. 

Cuando tome cuenta de todo esto tome nota del libro la Reinversión Democrática, un giro afectivo, escrito por Nora Merlín. Ella habla del estado policial.

"El neoliberalismos es un dispositivo ilimitado de concentración de poder. No tolera ninguna restricción ni oposición. De ahí que intente cancelar lo político e imponer un estado policial. El proteccionismo del gobierno kirchnerista mutó en la argentina de cambiemos a un estado policial que encarcela sin juicio previo a los dirigentes de la oposición, persigue y desprestigia a militantes. Censura a periodistas y cuenta con un sistema de alta tecnología para vigilar y controlar a la población", dice Merlín en su libro.

Hannah Arendt sostuvo que en los totalitarismos, los servicios de inteligencia y la policía juegan un rol fundamental. Realizan operaciones, tareas de espionajes, identifican sospechosos y enemigos con el objetivo de eliminarlos o dejarlos fuera de juego.

Para imponer el estado policía, instrumento imprescindible en el neoliberalismo, es necesario lograr un consenso social que demande mano dura, represión y venganza.

Todo lo cual redunda en la elección del autoritarismo.

Con este objetivo es fundamental instalar desorden, inseguridad y un sistema de creencias que se materializan en la realidad social como conductas orientadas por la segregación y el racismo que atentan contra los lazos y la formación democrática de la comunidad