En su columna, Fernando Borroni reflexionó sobre la agenda mediática, el periodismo y los medios de comunicación.

Horacio Rodríguez Larreta le exige al Gobierno Nacional que tenga un plan económico. Los que tuvieron un plan de endeudamiento y de saqueo le exigen al Gobierno nacional que presente un plan económico. Macri asegura haberse endeudado para terminar con el descalabro que dejó el kirchnerismo.

Los datos dicen otra cosa. La oposición continúa en esa construcción de estigmatizar al kirchnerismo, diciendo que se robó todo y que al fin y al cabo, el gran problema de la Argentina sigue siendo el peronismo. 

Soledad Acuña dice que los chicos que dejaron la escuela estos años están perdidos en los pasillos de la villa y vinculados con el narcotráfico. Cada día hay más elementos para demostrar que en la Argentina de Cambiemos existió el espionaje ideado por Macri, con la complicidad de Vidal, y que fue un plan sistemático. 

¿Le interesa todo esto a gran parte de la sociedad? A mí me gusta hablar de la gente, pero vamos a utilizarlo como una síntesis. ¿Le interesa a la gente estos temas? Enumero estos disparadores para reflexionar si somos conscientes que todo esto daña profundamente a la democracia, pero que, sin embargo, no parece ser tema de discusión en la primera línea de la agenda de gran parte de la sociedad. 

Entonces, a la conclusión que uno llega es que hay un relato que se impone siempre por encima de lo que realmente importa.

Claro, ese relato lo impone aquellos que pueden hacerlo porque tienen la mayor cantidad de medios. Es ese poder real que a través de los medios va construyendo un relato y de la mano de este relato genera clima, pone en discusión valores e instalan antivalores sociales y así va armando a un hombre y una mujer determinada para que se adapten a un orden determinado. 

A veces me convenzo que esa realidad que se impone termina venciendo a la vivencia cotidiana que tenemos cada uno y cada una de nosotras.

El relato parece que a menudo está por encima de lo que vivimos.

¿Cómo puede ser que un trabajador que apenas llega a fin de mes se cuelgue un cartel que diga todos somos vicentina? ¿Cómo puede ser que no haya un solo elemento para decir que a Nisman lo mataron y sin embargo hay quienes lo siguen sosteniendo? 

Eso pasa porque ese relato, porque esa realidad impuesta vence al sentido común y a la propia. 

Ese relato que se impone genera al mismo tiempo un sujeto que está idiotizado por ese relato, pero al mismo tiempo multiplica el desinterés social por lo que realmente pasa.

Algunos porque primero se dan cuenta de la mentira, entonces comienza el descreimiento. Otros porque dice "a mí que me importa si total yo te he preocupado por llegar a fin de mes", cuando no se advierte que todo tiene que ver con todo. 

Entonces yo creo que el periodismo y los periodistas debemos preguntarnos hasta qué punto lo que decimos, lo que contamos, lo que denunciamos, lo que analizamos, perfora a la sociedad. 

¿Perforamos con la denuncia y análisis de esta situación? ¿Transformamos o llega simplemente porque se es parte de medios que trabajan en que llegue bien?

Esto no es una discusión filosófica, conceptual y abstracta, porque tiene que ver con el desafío de cambiar la matriz de pensamiento en la Argentina.

Cuando sale las encuestas a decir cuál es la preocupación de la sociedad aparece un orden donde estos temas no están.

Debemos hacernos cargo de que falta una tarea más en la comunicación toda, además de la del periodismo, que es ver cómo perforamos.

No se trata solamente el cómo y el qué denunciamos sino qué instrumento debemos construir colectivamente para aquello que comunicamos puede entrar en el cuerpo, en el corazón y en la razón de quien nos escucha. 

De no hacer esto, la transformación nunca llega y apenas somos relatores de lo que nos pasa.