En su editorial, Cynthia García reflexionó respecto de las declaraciones de la ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, sobre los jóvenes que dejaron el colegio. "Sus declaraciones son clasistas y discriminatorias", expresó.

El editorial de Cynthia García sobre Soledad Acuña

La ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, considera que ya es tarde para salir buscar a los chicos que dejaron la escuela durante la pandemia, porque seguramente ya están perdidos en los pasillos de una villa, cayeron en actividades de narcotráfico, o tuvieron que ponerse a trabajar.

Por supuesto que sus expresiones desataron una ola de repudio entre los educadores que resaltaron su concepción clasista y discriminatoria. Acá hay prejuicio de clase. Duelen las declaraciones de Acuña. Son graves, pero clarifican una vez más el pensamiento descarnado de la derecha local. 

Cuando decimos que los discursos de la antipolítica de ninguna manera llevan a un algún tipo de mejor democracia sino que llevan a una derecha cada vez más fascista que genera cada vez más caos. 

Los dirigentes políticos y gremiales hacen fila para criticarla. Los periodistas también. Es claramente repudiable lo que dijo Acuña.

No es la primera vez que la ministra de Educación porteña incurre en barbaridades discursivas, ni va a ser la última. El PRO, el radicalismo y la Coalición Cívica son pródigos en la provisión de cuadros que expresan el sentimiento reaccionario más recalcitrante con total naturalidad. 

A un sector político no le cae mal que alguien como José Luis Espert diga que hay que convertir en queso gruyere la cabeza de un delincuente. Cuando baje la espuma de la indignación y la crítica seria pertinente preguntarnos por qué lo hacen. ¿Por qué tienen ese discurso? ¿En qué sector del electorado permean? 

Es necesario profundizar el antagonismo frente a estas declaraciones. Estas declaraciones que son performática porque llevan a acciones. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no tiene en su vocación ir a buscara estos jóvenes que dejaron la escuela para darles posibilidades. 

Fuertes críticas a Soledad Acuña

Da la sensación que Acuña y sus entrevistadores hablaban como si estuvieran festejando un cumpleaños entre amigos en la intimidad y se les hubiera soltado la lengua. Siempre parece que fuera así, aunque es probable que vivan con la lengua suelta, porque su idioma, su lengua y sus palabras son las hegemónicas. 

Lo que dicen sobre los pibes de la villa que desertan de la escuela es lo que piensa una parte importante de la población que los vota. Hace carne en vastos sectores de la sociedad. Esa permeabilidad considerable de gruesos sectores del electorado argentino a la ideología neoliberal de la educación como mercancía y el sálvese quien pueda, se traduce en el 40 por ciento de los votos que tiene actualmente Juntos por el Cambio. 

Por eso parlan sin vergüenza, insultan desembozadamente, discriminan sin ruborizarse y tienen esta lógica del prejuicio clasista.

La operación que se precisa para desmontar esos prejuicios requiere un piso de derechos más amplios y no solo de la condena verbal. 

Hay que discutir política con ese electorado. Hay que discutir derechos con ese electorado. Debemos discutir la depredación que genera el voto de ese electorado.

Debemos ponernos de pie, lamer las heridas de nuestras susceptibilidades y organizarnos para luchar con más decisión.