En su columna en La García, el exjuez de la Corte Suprema, Raúl Zaffaroni, repasó la historia y explicó el verdadero significado del liberalismo.

La columna de Eugenio Zaffaroni

Quisiera precisar algunas cosas sobre algunos términos que se usan confusamente. Hoy con extrema liviandad se habla de liberalismo y de libertarios. El periodismo de los medios hegemónicos lo hace y eso confunde todo.

Los llamados liberales de ahora en América Latina son los que disparan a los ojos de los manifestantes o los que inventan procesos. Son los que organizan reuniones mafiosas para inventar delitos. Los que prescriben partidos mayoritarios. Es decir, ahora se llaman libertarios a los que quieren hacer desaparecer al Estado y a la política para que quede nada más que las transnacionales mandando.

Todo esto podría enloquecer a cualquier politólogo o a cualquier historiador serio. En el colmo del caos se dan vuelta los conceptos que siempre habían estado claros. El mundo está al revés, sí, pero los conceptos que permitían entenderlo ahora también.

Por eso es necesario volver a poner las cosas en cierto mínimo orden. El liberalismo era aquel de la Revolución Francesa. El de las mujeres que bajaban cantando La Marsellesa. El de Mariana Pineda, que la mataron al garrote por pedir derechos en tiempos del degenerado de Fernando Séptimo.

Ese liberalismo significaba poner límites al poder del Estado para exigir el respeto a los derechos de los ciudadanos, a la libertad y a la expresión política. Ese liberalismo significaba tener un gobierno que responda a la voluntad de la mayorías. Es cierto que fue una ideología de la burguesías europeas y en cierto sentido se quedó corto, pero no por eso pierde valor. No, porque lo que se enfrentaba a monarquías absolutas, déspotas, oligárquico, aristocráticos.

Ahora se llama liberalismo o neoliberalismo, a algo que nada tiene que ver con eso. Ahora es liberal el que quiere que el poder económico, que cualquier cosa. Que sean libres sólo las sociedades anónimas y los bancos, no los seres humanos. Que el poder financiero transnacional nos hagan bolsa nuestras economías, que nos endeude y luego nos ahogue.

Macri, Lasso, Bolsonaro, Duque y otros no son liberales como no lo fueron Aramburu y Roca y no lo es el gorilismo argentino.

Liberalismo económico

Hay quienes quieren trazar diferencias entre el liberalismo económico y el liberalismo político. Hay que aclarar que el único liberalismo es el político, porque el llamado económico no es liberalismo. Ninguna pretensión oligárquica o aristocrática ante el liberal.

A los que se llamaron liberales en Argentina en realidad nunca lo fueron. ¿Fusilar a Dorrego fue liberal?

¿Reprimir a los caudillos fue liberal?

¿Fue liberal fusilar sin proceso, proscribir al peronismo, o bombardear Plaza de Mayo? ¿Fue liberal hacer desaparecer 30 mil personas?

Si esto es liberalismo, yo soy el emperador de Groenlandia.

Si miramos nuestra historia, nuestro movimiento popular siempre fue mucho más liberal que el gorilismo, porque siempre fue más respetuoso del otro.

Eso sin contar con que hoy ni siquiera tenemos un gorilismo ilustrado como en los 50.

El gorilismo de hoy se inclina mucho más por el pillaje descarado. Más que ilustrado son delincuenciales. Veo y respeto al gorila ideológico, aunque le recuerde que no es liberal como pretende.

Pero no puedo respetar al gorila chorro y endeudador que en el fondo no hace más que enroscar la víbora para disimular sus negociados.

Libertarios eran los viejos anarquistas que se jugaban contra el Estado porque pensaban que era la única forma de acabar con el capitalismo.

Capitalismo que entonces era por lo menos un capitalismo productivo. No nos olvidemos que nuestro sindicalismo, nuestro gremialismo, tiene origen anarquista. Libertarios eran Sacco y Vanzetti ejecutado en Estados Unidos sin pruebas. Di Giovanni que fue fusilado por Uriburu.

Pero ahora se llama el libertarios, no a los que quieren acabar con el Estado para acabar con el capitalismo, sino a los que quieren acabar con el Estado para que el capitalismo no tenga frenos.

Si el querido y recordado Osvaldo Bayer viviese, pegaría un grito en el aire al ver que hoy llama libertarios a los más reaccionarios defensores de los capitalistas financieros.

Creo que sería bueno, por lo menos no deformar ni pervertir los conceptos. Cuando las palabras dejan de tener sentido, semánticamente ya no se sabe bien qué es lo que están indicando y entonces la discusión y el diálogo democrático se vuelve imposible porque nadie sabe de qué se habla.