Calor, calles de barro y casas de chapa. Puerta abierta y todos invitados. Los 60 en Villa Fiorito. Un Diego Maradona niño está contento, porque llegó uno de los días que más esperó en el año: Navidad. Y esa vez, tenía en sus manos un regalo que lo entusiasmaba. Un cohete. Le gustaba ver cómo explotaban, pero este no funcionaba. Hasta que sí, y estalló en su mano. La luego apodada "mano de Dios", se quemó.

"Todo lo que tenga que ver con la Navidad y con estas fiestas es bueno", le dijo un Pelusa adulto joven, en plena cumbre futbolística, alzando al Nápoles en Italia y a tan sólo un año de traerle la copa del Mundo a casa, a la revista El Gráfico, en una entrevista de 1985 en la que el 10 recibió al periodista Daniel Arcucci en la casa de Villa Devoto de la familia Maradona, y lo invitó a pasar las fiestas con ellos.

Allí se reunieron todos juntos, como le gustaba a Diego, los hermanos, Doña Tota y Don Diego. Maradona tenía una Navidad que recordaba especialmente, aunque sabía muy bien por qué. "Yo era chiquito y me gustaban mucho eso de andar tirando cohetes, y uno se me reventó en la mano. Me quemé todo. Es raro, porque no es un recuerdo muy lindo", evocó.

"En Fiorito o en Devoto es lo mismo, lo único que nos importa es estar todos juntos, eso es lo que nos prometimos desde siempre, gane lo que gane, esté donde esté. Acá viene mi hermana que está casada y tiene 35 años, y vengo yo desde Italia. Pero a mis viejos no los dejamos nunca solos, nunca", aseguró el astro del fútbol mundial.

Las navidades de los Maradona, en Fiorito o en Devoto

Las navidades de los Maradona en Fiorito, el barrio bonaerense "privado de luz, de agua y de teléfono", como lo describió irónicamente el 10; eran felices. "Chitoro" cobraba el 20 y "siempre había zapatillas nuevas, algo o nada", pero "felices", remarcó.

"Mirá, los escucho hablar a mis viejos, como todos los años, y me desenchufo de todo. Me doy cuenta de las cosas que tengo ¿sabés por qué? porque esta casa está llena de gente más importante que yo", le describió Diego al medio citado, sobre la celebración que compartió el periodista con la familia.

Estaban "los mismos de siempre". Don Diego y Doña Dalma encabezando el encuentro. Cali, Kitty y Elsa, sus hermanas. Turco y Lalo, sus hermanos. Raúl el colorado, Dany, Jorgito, el Chino, Ana, amigos. Atilio y Germán, Paolo y Atilio, más amigos.

Diego había llegado cansado de Italia. Antes de salir de Fiumicino, en Roma no podía encontrar el hotel Sheraton y le preguntó a un policía, que le pidió los papeles del auto. "¡Se me habían vencido un día antes! Me dejó ir no se cómo, pero seguro era hincha del Juve", contó bromeando.

Y siguió: "Bueno, después de semejante viaje lo único que quería hacer era dormir. Pero cuando llegué acá estaban todos, estaba mi vieja. Así que nos quedamos acá en casa, jugamos a la pelota, nos tiramos a la pileta, nos hicimos un montón de regalos. Hablaron mis viejos, nos recordamos las cosas de siempre. Te digo la verdad: acá adentro, en esta casa con mi gente, me desenchufo de todo".