En su editorial, Cynthia García analizó cómo quedó el escenario político en Latinoamérica tras la victoria de Gabriel Boric en Chile.

América Latina está en disputa. Tras la victoria de Gabriel Boric en Chile es importante analizar cómo quedó conformada la región. Por un lado tenemos a Iván Duque en Colombia, a Guillermo Lasso en Uruguay, Abdo Benítez en Paraguay, Lacalle Pou en Uruguay y Jair Bolsonaro en Brasil. Todos ellos representantes de la derecha latinoamericana. Del otro lado está el Frente de Todos en Argentina, Pedro Castillo en Perú, Luis Arce en Bolivia y ahora estará Boric en Chile.

Para el 2023 se abre una gran expectativa con respecto a las probabilidades de que Lula da Silva sea el próximo presidente de Brasil. Si eso sucede, va a traccionar aún más todo este armado que se está configurando con el triunfo de los gobiernos progresistas en la región. 

Boric tiene solo 35 años. Viene de liderazgo estudiantil, estudió derecho en Chile, y es el presidente más joven y el más votado de la historia de Chile. Es interesante analizar sus guiños en Twitter. En uno de sus tuit, Boric, a modo de respuesta, dejó bien en claro que las Malvinas son Argentinas. También hay un tuit donde habla del Indio Solari o donde celebra la Copa América obtenida por Argentina en Brasil.

Esto rompe con esa construcción de enemistad histórica entre chilenos y argentinos, que son construcciones de sentido de aquellos que quieren una región dividida. Nosotros abogamos por una región en disputa, pero por una región al fin. Así como decimos que nadie se salva solo, ningún país de América Latina con los niveles de desigualdad que tiene este continente, puede generar condiciones de bienestar para sus sociedades sin plantearse regionalmente. 

Por eso la expectativa del triunfo de gobiernos progresistas. Por eso la expectativa del mascarón de proa que pueda llegar a ser el propio Lula da Silva. El triunfo de Boric en Chile oxigena a la región. Su ascenso, al igual que el de Castillo en Perú y el retorno del MÁS boliviano al poder, se convierte en una especie de constelación progresista promisoria. Bajo ese signo orbitan además las chances de Lula en Brasil y lo que pueda construirse contra el proyecto uribista en Colombia.

Sin embargo, los desafíos no son pocos. En América Latina siempre acechan las amenazas del imperialismo, los intereses intervencionista de los Estados Unidos o los capitales especulativos. 

Sobre esta puja entre la derecha y la izquierda se refirió el exvicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera. "Las nuevas oleadas progresistas no son hijas de insurrecciones populares, sino más bien del concurso electoral para reponer conquistas arrancadas por el neoliberalismo que sucedió a los gobiernos progresistas", expresó. 

"Para derribar las trabas que derivan de esa relación de fuerzas adversas habrá de nutrirse de las demandas prebellas irresueltas. Si no se traduce políticamente la angustia de los sectores populares en una energía vital que encause las luchas del presente hacia la ampliación de derechos en el futuro inmediato la reacción del establishment será cruenta", agregó Linera.

Cuando nos preguntás cómo puede ser que Macri siga siendo competitivo en Argentina podemos dar esa respuesta. Si no se traduce políticamente la angustia de los sectores populares en una energía vital emancipadora que encause las luchas del presente hacia la ampliación de derechos en el futuro inmediato la reacción del establishment será cruenta. 

Está vez las clases dominantes han recompuesto los resortes de su poder y actúan de ese embozadamente.