¿Por dónde empiezo? Porque, como siempre, tenemos unos cuantos frentes abiertos para atender y contar en nuestra patria. Empiezo desde la tierra, en sus entrañas. No están entendiendo la urgencia del asunto, si se me permite humildemente y como ciudadana, la objeción.

Es necesario, como mínimo, abrir una franca y real discusión sobre el modo en que explotamos nuestra tierra. Agronegocios, megaminería, hay una larga agenda. Y hoy la “agenda verde” grita desde el sur, una vez más.

Sucede que en Chubut, donde el pueblo había dicho No a la Megaminería -de hecho tienen una larga lucha sobre este tema, y en 2003 lograron una ley que protege el territorio de esas explotaciones-, esa sociedad fue ignorada y la política con los empresarios y negociados ganaron el partido. Y abrieron la puerta a la megamineria, dicen que sin cianuro, dicen que sólo en una cierta zona de la provincia. Vos y yo sabemos cómo funciona la avaricia. Rompieron la red y le quebraron la voluntad al pueblo.

Una gran pena. Es para el otro lado. Primero, porque hay que respetar la voz de la sociedad. Luego, porque no hay megaminería que no reviente a la tierra y sus venas. Entonces, hay que estar del lado de los que defienden a la tierra.

Con 14 votos a favor y 11 en contra, la Legislatura provincial de Chubut sancionó la Ley de Zonificación que autoriza la minería -sin el uso de cianuro- en la meseta central de la provincia. ¿Y el pueblo? Afuera del recinto, bajo el título: “Manifestantes ambientalistas fueron reprimidos por la Policía”.

Hacé memoria: “El proyecto había sido presentado el año pasado por el Gobierno provincial y rechazado por amplios sectores de la sociedad, mientras que académicos de la Universidad Nacional de la Patagonia y el Conicet alertaron sobre las consecuencias negativas que tendría sobre el ambiente: a pesar de que no estará permitido el uso de cianuro, se empleará el xanato”.

Sin embargo, el poder económico pudo más que el entendimiento del costo de insistir en esos caminos. Nada importó. En Chubut, el pueblo fue ignorado.

Se pone difícil la esperanza con semejantes acciones temerarias para con las futuras generaciones. Y, aún así, y más: hay que salir a gritar, a explicar, a invitar a ver y tomar mejores decisiones. Como hoy en la Plaza, con parte del pueblo, representantes de la tierra, reclamando por la Ley de Humedales que se diluye ignorada en el Congreso, y encima se le suma la avanzada en Chubut.

Es nuestra obligación como integrantes de una generación que creyó en la utopía y que pagó muy caro, con todxs nuestrxs muertxs queridxs decía Liliana Riga, una querida amiga oyenta. Es nuestra obligación. Tomar conciencia y empezar a sumar para el otro lado. Cada cual verá cómo, pero es nuestra obligación. Algo, pensar siquiera un rato al día.