En su columna, Fernando Borroni reflexionó sobre los motivos que hicieron que la inflación de noviembre sea la más baja de los últimos 12 meses.

La columna de Fernando Borroni

Los nuevos números de la inflación son alentadores, al menos bajaron. Siguen siendo altos, pero pocos eran los que esperábamos que baje. Y se logró. La inflación de noviembre fue de 2.5 puntos. 

Como sociedad debemos preguntarnos por qué. Y seguramente la respuesta no es única. Está claro que debe haber muchos hechos que se dieron para que se haya bajado la inflación, pero hay uno que es fundamental. Ese hecho es el Estado presente, el Estado que juega a poner orden en la economía. 

Nos hemos cansado de escuchar durante este tiempo a la oposición de cuarta y al liberalismo anarco autoritario gritar a los cuatro vientos que la inflación tiene que ver con la emisión y que el Gobierno no se cansa de emitir para pagar programas sociales y mantener su clientelismo político. 

Una vez más, los discursos mentirosos, los discursos del odio, los discursos que esconden otros intereses se desarman, la realidad los aplasta. No es que estos número de inflación sean para celebrar, pero bajó. Y démonos por enterados que la inflación bajó por el control de precios. La inflación bajó porque el Estado se hizo presente y le puso límites al mercado. No hace falta ser economista.

Los voceros de la oposición gritarán que la inflación sigue siendo alta, que la baja fue producto de la casualidad o que en todo caso bajó por otros motivos ajenos al Estado. 

Aquí lo que hay que decir es que el problema central de nuestra economía es la concentración. El problema de la economía son los oligopolios que determinan las reglas del juego.

Son los monopolios que no distribuyen ni se constituyen como una burguesía nacional que quiere ver crecer a su país. La lógica de ese poder concentrado de la economía es que quieren más y más mientras quieren que los demás nos conformemos con la teoría del derrame. 

Nunca va a haber derrame. Por eso el control del Estado se hace urgente. Salud por Roberto Ferretti, que marcó la cancha y que puso el cuerpo. Cuando las batallas se dan y cuando la verdad y la necesidad de un pueblo están en su puño se pueden ganar. 

Esta lucha no es definitiva, hay que seguir dándole a todos los días. Que Argentina distinta tendríamos si como ciudadanos entendiésemos que somos como pueblo el Estado y que no hay un solo dato de crecimiento de nuestro país en toda nuestra historia si no es de la mano del Estado firme ante el mercado. 

La libertad de mercado es la esclavitud de los pueblos. Son los pueblos de la mano, sintetizados en el estado, los que conduciendo al mercado pueden generar una sociedad de igualdad de oportunidades. De esto se trata.