"Yo sufro mucho mientras escribo. Después, haber escrito produce una sensación grata. A veces. Especialmente si el libro te sale más o menos bien", aseguró el escritor, músico y conductor de radio y televisión Alejandro Dolina.

Así lo indicó en diálogo con Una Nueva Aventura, a raíz de su nueva novela Notas al Pie. Sobre el período de creación de su último título, sostuvo: "Que un libro te salga bien quiere decir que esté a la altura de lo que vos podés hacer".

"A mí me parece un gesto de soberbia esos tipos que dicen 'bueno, uno siempre aspira a más'. Este libro no pudo haberme salido mejor, pero no es que sea tan bueno el libro, es que uno tiene sus límites. Entonces hay que aceptarlo y aprender a decir 'bueno, no está tan mal'. Es un libro que me pone contento haberlo escrito", reveló.

Inspiraciones

Además, tras ser elogiado por el título de la novela, por ser considerado "muy atractivo", el escritor contestó: "Borges decía que Eduardo Mallea hacía muy buenos títulos, lástima que insistía en hacerlos seguir de una novela".

Sobre este punto, continuó analizando sobre cómo se lleva con el autor de El Aleph e Inquisiciones: "Los que hemos crecido leyéndolo y disfrutándolo pensamos en Borges de un modo fatal".

"Uno no va a poder escribir así jamás. Otros piensan que hay que buscar una manera de no escribir como Borges, a lo que yo he respondido alguna vez que no escribir como Borges está al alcance de cualquiera", continuó.

El humor, la sal

Por último, Dolina reflexionó sobre el rol del humor en los textos y cómo el busca que quede balanceado en su propia obra: "Creo que el humor es parecido a lo que Sor Juana Inés de la Cruz decía de la sal. Dañan su falta y su sobra. El humor es un ingrediente del relato, del discurso. Y si falta humor, uno lo nota desabrido. Pero si es demasiado visitado el libro por chistes y por retruques, uno se fastidia".

De qué trata Notas al Pie*

Luego de la muerte del escritor Sergei Vidal Morozov, su casa editorial le encarga a Franco de Robertis una edición anotada de cuentos póstumos.

La elección no es casual: De Robertis ha sido, a lo largo de gran parte de la carrera del reconocido autor, su colaborador más estrecho, un subordinado intelectual –también emocional– en una relación que, como sostiene el propio anotador, tiene “la edad de su memoria”.

Sin embargo, una vez lanzado a su métier, las cosas parecen salirse de cauce, y aquello que de entrada estaba planeado como una tarea panegírica cede el paso a una inesperada incontinencia textual.

De Robertis destila en sus notas una historia otra que poco parece tener que ver con el libro madre. Una trama subterránea poblada de situaciones inéditas y personajes de lo más variopintos: el mismísimo Morozov y un documental hecho con un grupo de niños actores, amores cruzados, un diamante maldito, traiciones, secretos, celos, luces y sombras.

Literaria, teatral, policial, infinita, alucinada, profunda y a la vez divertida: así es Notas al pie. Un universo con sus propias reglas que se despliega frente al lector como un juego de cajas chinas. Una arquitectura exquisita que solo la maestría y la sensibilidad del autor.