El senador nacional por la Provincia de Buenos Aires, Esteban Bullrich, brindó un emotivo discurso de despedida del Senado tras presentar su renuncia en la Cámara alta. El representante de Juntos por el Cambio fue diagnosticado hace un año con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa que le produce daño muscular y afecta el habla.

"Gracias, Presidenta, por darme la palabra y por las muestras de afecto durante este tiempo difícil para mí. Desde que entre a la política, hace casi 20 años, siempre intenté ser fiel a mí mismo. No mentirme. Hacer lo que sentía justo aunque no fuera conveniente", comenzó expresando Bullrich.

Bullrich brindó su discurso a través de una aplicación llamada "Háblalo", diseñada para personas con dificultades para el habla. El senador contó meses atrás en una entrevista que era el método que le permitía comunicarse con sus hijas.

A lo que sumó: "Hoy este recinto del que honra ser parte vengo a hacer algo que va en contra de cada fibra de mi cuerpo. Nada de lo que soy me indica que este es el camino que quiero seguir".

"Pero creo que firmemente en la idea de que el interés público siempre debe estar por encima de los intereses personales. La realidad me impone esta decisión, la ELA me ha enseñado, fundamentalmente, a aceptar la realidad", continuó.

El emotivo discurso de Esteban Bullrich

Gracias, Presidenta, por darme la palabra y por las muestras de afecto durante este tiempo difícil para mí. Desde que entre a la política, hace casi 20 años, siempre intenté ser fiel a mí mismo. No mentirme. Hacer lo que sentía justo aunque no fuera conveniente.

Hoy este recinto del que honra ser parte vengo a hacer algo que va en contra de cada fibra de mi cuerpo. Nada de lo que soy me indica que este es el camino que quiero seguir.

Pero creo que firmemente en la idea de que el interés público siempre debe estar por encima de los intereses personales. La realidad me impone esta decisión, la ELA me ha enseñado, fundamentalmente, a aceptar la realidad.

Me siento en este recinto con una profunda humildad y a la vez un enorme orgullo. Humildad por ser parte de este cuerpo, tanto más grande que todos nosotros y orgullo porque ser parte del senado de la nación es ser parte del debate donde vive nuestra democracia, nuestra libertad y nuestro constante intento de construir un país mejor.

Con todo el dolor del mundo y la frustración de no tener alternativa quiero anunciar mi renuncia al cargo de senador por la Provincia de Buenos Aires. Ser parte del senado de la nación ha sido uno de los honores más grandes, impensados y desafiantes de mi vida política y mi vida en general. Acá encontré a un grupo de personas comprometidas con sus provincias y con la patria y pude hacer mi aporte para lograr lo que voy a seguir buscando: un mejor país para mis hijos. Digo esto sin ataduras partidarias y les pido que tomen todas las expresiones como de quien vienen: un ciudadano.

Renuncio a mi banca con mucha tristeza y mi última actividad legislativa es un proyecto de ley de educación inclusiva por el que pido tratamiento sobre tables que busque igualar oportunidades. Como todo lo que hice durante mi vida política, intenta dejar egoísmos para buscar el consenso. Este proyecto fue acordado a partir de tres proyectos originales y con el aporte de senadoras y senadores de todos los bloques, que dejando de lado intereses personales y visiones partidarias encontramos el proyecto común.

A lo largo de estos 20 años esto me ha pasado infinidad de veces. Créanme que es mucho más lo que nos une que lo que nos divide. Sólo se requiere vencer prejuicios, hacer silencio y escuchar al otro. Este proyecto no es de nadie, es de todos. Porque en política, las buenas ideas no tienen dueños, tienen beneficiarios.

Como dijera Borges: nadie es la patria, pero todos lo somos. Aunque no me corresponde a mí hacerlo, me gustaría que se recordara de mi paso por este cuerpo en la búsqueda constante del consenso a través del diálogo, entendido como una conducta activa de apertura y de generosa curiosidad en aquellos participantes que se abren en escuchar a la persona que tienen enfrente.

Ese es para mí el valor más importante y al a vez más escaso de la política argentina. La posibilidad de entender que los adversarios nunca son enemigos. Y que representan a una porción de los argentinos cuyos valores, intereses y deseos son tan atendibles como los de uno y que se puede dialogar, negociar y acordar sin relegar lo que uno es y defiende. 

El diálogo no puede ser solamente táctica con vencimiento y competencia. La lógica transaccional en la que negociar es solamente un cálculo contable nos despoja de sentido y nos convierte en meros mercaderes políticos que dejan de mirar el bien común. El diálogo debe ser un acto de generosidad, amor y de caridad. Entendiendo que la verdad y la justicia son valores que encontrar, no propiedad de alguna de las dos partes. 

Esa falta de diálogo trasciende las paredes. Vivimos en un país enfocado en la grieta y en el debate violento. Un país en que la gente escapa de la política, la desprecia y la condena. Un país en el que la gente se recluye en lo privado soltando el sueño de ser parte de la construcción de una argentina mejor. Un país en el que empujamos a la gente esa no ejercer lo que es el rol más alto de una democracia: el rol de ciudadano. 

Se que estas palabras pueden parecer las de un soñador, lo soy. Se también que no soy el único. Me voy con la tranquilidad de que acá mismo hay muchos dirigentes que tienen la vocación de construir un mejor país y resolverle los problemas a la gente. Anímense a ejercerla y hagan carne el mandato de la gente. Aprovechen que dios les da la voz y la fuerza para desempañarlo y tengan el coraje de hacer solamente lo que saben correcto. 

Nuestro país clama por consensos. Los números de pobreza, la falta de desarrollo. Los jóvenes que se van del país. La catástrofe educativa y la continua y prolonga de nuestros sueños, producida por un estancamiento del que somos culpables los políticos y no los argentinos. Todos hemos sido responsables de gobernar con tapones en los oídos. No hay más tiempo para eso, nadie tiene más tiempo para que juguemos a no ponernos de acuerdo. Hay que dialogar y escuchar con el corazón y la mente abiertos. 

Ya probamos con la grieta y acá estamos. Esta Argentina que tenemos es la resultante den nuestra incapacidad de encontrar soluciones comunes a esos problemas. Errar el camino es imperdonable. No sólo porque ya nadie puede esperar, sino porque miramos la Argentina y vemos un país extraordinario, vemos entusiasmo, coraje, ganas de sacar adelante un país atormentado. Vemos gente seguir apostando por una tierra maravillosa. A toda esa gente no le podemos fallar. 

Como verán, abandono los honores, pero no la lucha. Seguiré trabajando por un país mejor, porque ese es el compromiso que asumí por mis hijos hace 20 años. Y es un compromiso para toda la vida. 

El tiempo que viene lo dividieré entre mi familia, que merece tenerme presente después de tantos años de compartirme con ustedes ese compromiso, y al a lucha contra la ELA. Esta enfermedad, que por poco frecuente está poco investigada y poco atendida. Y contra la que hay mucho para hacer. 

Mi fundación, recientemente lanzada va en ese sentido. Quiero hacer mi aporte para que la ELA sea una enfermedad que se transite más aliviadamente y transitemos el camino hacia una cura. 

Por último, quiero agradecer a todos los que ha sido parte de este camino. Primero a Dios por esta cruz, él nunca nos pone pruebas que no podamos superar. Y aunque a veces duela el cincel del escultor, sé que sólo si nos dejamos moldear por él llegamos a nuestra mejor versión. Esta cruz me ha permitido recibir infinitas muestras de cariño y amor diariamente. Este cruz me ha enseñado que la vida es hoy y el mañana esperanza. 

A mi mujer, con quien hace unos días cumplimos 22 años de casados y sin quien nada lo que hice hubiera sido posible. María Eugenia es una santa y mi conexión con el cielo y mi cable a tierra. 

A mis hijos, a quienes ver crecer es la felicidad más grande de mi vida y quienes con generosidad y amor toleraron a un padre que trabaja mucho más de lo que hubieran preferido. 

A mi equipo que ha trabajado para cubrir mis debilidades y errores. Y francamente estos crecieron en los últimos meses. Ningún legislador podría haber deseado un acompañamiento mejor. 

El ingreso al recinto

En este contexto, se difundió un muy emotivo video del senador, cuya banca será asumida por José María Torello, ex jefe de asesores de Maurcio Macri, ingresando al recinto, muy conmocionado y conteniendo las lágrimas.

Gentileza: La Nación

"Hola colegas. Quisiera no tener que escribirte este mensaje, pero la realidad me dice que tengo que renunciar a mi banca de senador. Para dedicarme a mi familia y la ELA, la mía y la de todos los que la sufren", indicó Bullrich en una carta a sus compañeros de espacio.

"Ya veremos si Dios tiene pensado que vuelva a un lugar de representación, pero está claro para mí que hoy no puedo llevar adelante mi carga pública como los bonaerenses que me eligieron se merecen. Me hubiera gustado manejar esto de otra manera, pero ya me escriben periodistas hablando sobre mí decisión. Una pena", agregó.

Luego, sostuvo: "Todos lo que le ganaron a esta enfermedad lo hicieron bajando el nivel de stress. No veo que el Senado los próximos dos años vaya a darme ese ambiente".