En su editorial, Cynthia García recogió el discurso de Alberto Fernández en el acto en el homenaje a los 12 de la Santa Cruz donde el Presidente repudió el negacionismo del terrorismo de Estado. "El odio no puede ser naturalizado", expresó la conductora de La García.

Las palabras de Cynthia García

Ayer el presidente Alberto Fernández participó del acto que organizan los familiares le familiares de los 12 de la Santa Cruz cada 8 de diciembre para organizar acciones en pos de reclamar por el paradero de sus seres queridos secuestrados y desaparecidos por la última dictadura cívico militar.

"Acá no hubo dos demonios, hubo un terrorismo de Estado que se llevó la vida de miles y miles de argentinos y argentinas", enfatizó el jefe de Estado.

"Las madres que se reunían en esta iglesia están muy vivas en la memoria de todos nosotros, en el corazón y en nuestras almas. Por la lucha que emprendieron todos los que hoy no están, todos los que sufrieron esos años de terrorismo de Estado. Lo digo para los que solo hablan de recordar a las víctimas del terrorismo", agregó el Presidente. 

De esta manera Alberto respondía el juramento negacionista que dio la diputada liberal Victoria Villarroel cuando juró en la Cámara de Diputados su banca y que sigue toda la línea de libertarios que ganaron bancas en el Congreso en las últimas elecciones de medio término. 

Estuvo bien el presidente. Permítanme la valoración. Estuvo muy bien Alberto Fernández porque aún con algunas voces que se alzaron, están naturalizado este juramento de odio en el Congreso. Si no decía nada, la jura de Villarroel quedaba incluida como una elección de cada cual y eso no se puede permitir porque en la teoría de los dos demonios equipara los pretende equiparar los actos de violencia perpetrados por las Fuerzas Armadas durante el terrorismo de Estado en la Argentina con los actos de violencia de las organizaciones y guerrilleras como Montoneros y el ERP. 

El juicio a las juntas determinó que no hubo teoría de los dos demonios y que no hubo la llamada guerra sucia. Entonces esta equiparación no es pertinente.

El juicio a las Juntas significó el imperio del Estado de Derecho y un modelo acusatorio dentro del debido proceso y las garantías constitucionales para juzgar delitos de lesa humanidad. 

Nuestro sistema acusatorio es parámetro mundial. Tal es así que después de 38 años de democracia nuestro país hoy preside el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. 

Fueron los gobiernos de Néstor y de Cristina que los que pusieron a los derechos humanos como política de Estado. Eso junto con el modelo acusatorio como parámetro internacional y al juicio a las Juntas llevado adelante por el gobierno de Raúl Alfonsín generó un acervo que nos constituye como nación. 

Todo ese acervo que nos constituye como nación no puede permitir naturalizar que una representante elegida por el voto popular jure por las víctimas del terrorismo.

Porque hacerlo, abonar a la teoría de los dos demonios y desconocer el terrorismo de Estado planificado que vivió nuestro país, es un juramento de odio. El odio, poderosa pulsión, no puede ser naturalizado.