En su columna de La Mañana, Fernando Borroni cuestionó los discursos y ataques de odio y puso el ejemplo de la agresión al pañuelo de las Madres en Plaza de Mayo y los insultos que recibió Joaquín, el nene pastelero agredido en las redes sociales.

La columna de Fernando Borroni

El diario Página/12 pone hoy en su portada una imagen del pañuelo de las Madres pintado en la Plaza de Mayo y tachado por una cruz roja. Nuevamente, el negacionismo. Nunca se fue, es parte de nuestra sociedad, una porción pequeña, pero existe.

Más allá de lo que significa dañar, tachar y agredir la simbología que tiene el pañuelo de las Madres no deja de ser un ataque a la resistencia popular, a los derechos humanos.

El desprecio, por ejemplo, que se le tiene al peronismo es parte de lo mismo. Es desprecio porque es una síntesis de lo popular, igual que el pañuelo de las Madres. Todo lo que tenga olor a popular empieza a recibir más agresiones.

De hecho, Víctor Hugo arrancó el programa hablando de Joaquín, el niño pastelero, que recibió el odio más absoluto. ¿Por qué? Porque hizo tortas para recaudar dinero para hacer un tratamiento de salud. ¿Cómo ese odio se ve en toda la sociedad? ¿Cómo llega una sociedad a odiar a un niño?

Es necesario detenerse en la sociedad, donde sus hombres y mujeres constituimos a partir de la diferencia, del desprecio por el otro, de un individualismo y una lógica del “sálvese quien pueda”, con hombres y mujeres mirándose su propio ombligo y desamor.

El éxito del neoliberalismo y los discursos de odio

El neoliberalismo es culturalmente exitoso cuando logra que la sociedad se ordene bajo el desprecio del otro.

El “otro” como amenaza es la regla de un modelo. Y las sociedad se enferman cuando odian a los más débiles, es lo que pasa con las sociedades neoliberales: odian a los trabajadores, a los niños pobres, es una sociedad que no está ordenada a partir de valores y tarde o temprano fracasa.

La sociedad neoliberal detesta al oprimido en lugar de presentarle batalla al opresor.

El odio es la exacerbación de un sector, pero que tiene su origen en elementos menores.

Aparece porque alguien puso una vez un fantasma delante de tus ojos. Nadie que se quiera a sí mismo puede odiar, solo aquel que se odia a sí mismo puede odiar a los demás.

El odio social es el odio de una sociedad que no se tolera a sí misma y por ende debe odiar a otro.

El odio social es la ignorancia emocional e irracional más grande que puede tener un pueblo. Y sobre esa ignorancia, la derecha hace negocios.