El Subte de Buenos Aires cumple este miércoles 108 años de su inauguración. Del primer recorrido por el subsuelo de la ciudad. Por las entrañas de las calles porteñas. Arrancó un sin fin de viajes llevando y trayendo a los viajeros, fantasmas y a otros mitos que están gravados en la historia

La red de subterráneos de CABA es la más antigua de América Latina. La apertura de la Línea A data de 1913, más de sesenta años antes de la inauguración del Metro de Santiago de Chile, en 1975.

La comparación no es azarosa: del otro lado de la cordillera, al día de hoy el Metro de Santiago cuenta con 140 kilómetros de traza, mientras que la red porteña se estancó en 64.

Los espíritus de Pasco y Alberdi

La historia parte entre los años 1910 y 1913. Ese año José Figueroa Alcorta le dejaba el bastón presidencial a Roque Sáenz Peña. Avanzaba con rapidez la fundación de clubes de fútbol como Velez Sarsfield, Olimpo de Bahía Blanca o Excursionistas, entre otros.

En el mundo, en México iniciaba la revolución, comenzaba a construirse la Unión Sudafricana, Corea anexaba a Japón y se fundaba la icónica firma Chanel, entre otros sucesos.

Foto: Gobierno CABA

Cuenta la leyenda que en aquel momento, cuando se construyó la línea A, dos obreros italianos murieron por la caída de una viga. Pasó en una estación intermedia entre las actuales Pasco y Alberdi. El caso quedó sin resolver y esa estación nunca se construyó.

Pero eso no es todo. Hay un hecho más escalofriante. Los pasajeros de la línea relatan que, de noche, las luces de las formaciones se apagan precisamente en ese tramo. Ahí, en ese momento, al costado de los vagones, es posible ver los cuerpos sin vida de los trabajadores.

Pasco Sur: la estación fantasma

Pasco Sur es la estación que no fue. La parada fantasma, de la que sólo puede verse su dejo oscuro al paso. Se trata de una parada inaugurada en 1913 que tenía la particularidad de no tener los andenes enfrentados, sino separados por una mayor distancia.

Su construcción tan particular no tiene una explicación clara. Se cree que pude deberse al ensanchamiento, en ese tramo, de la Avenida Rivadavia. Sin embargo, no es con este asunto que se vincula la estación fantasma.

Foto. Ignacio Sanchez . La Nación

Hacia la década de 1950, la Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires realizaba diversas reformas en la línea de subte. En este marco, las estaciones los andenes al sur y al norte de Pasco y Alberti fueron clausurados.

Algunos atribuyen este cierre a los fantasmas malditos que rondan por las vías desde su trágica construcción. Otros, a su extrema cercanía con una bóveda del Banco Nación. Los más escépticos se inclinan a que se debe a una cuestión operativa y señalan que en un corto tramo, hay numerosas estaciones.

Alucinaciones en Sánez Peña

Este mito también tiene como protagonista a la línea A, pero en la estación Sánez Peña, más cerca del centro. Allí, la historia cuenta que un antiguo operario, cuando fue al baño en horas de servicio, se encontró a un hombre degollado sobre un charco de sangre.

Luego de ver lo ocurrido, le avisó al personal de seguridad de la estación. Cuando fueron a inspeccionar el lugar, se encontraron con el baño en perfectas condiciones y sin ningún rastro de violencia.

Foto: Gobierno CABA

Al día siguiente, volvió a repetirse la situación. Lo sorprendente es que le ocurrió a otro trabajador. Esto comenzó a circular rápidamente y muchos fueron los trabajadores que afirmaban haber visto al degollado en el baño de esa estación.

El cementerio debajo de Lacroze

Los mitos no alcanzan sólo a la línea A. En el recorrido del B también hay historias sorprendentes. Una de ellas es la que indica que la estación Lacroze fue construida sobre los terrenos que pertenecían al antiguo cementerio.

Foto: Gobierno CABA

Durante la construcción, varias tumbas fueron desplazadas. Muchos operarios de la estación cuentan que en la estación de cámaras de control, los monitores durante la noche reflejan las imágenes de figuras humanas translúcidas que parecen esperar el subte y que, al percibir la intromisión de las lentes, miran fijamente hacia ellas como desafiando a sus invasores.