En Las 40, Felicitas Bonavitta conversó con el exvicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera y le preguntó por qué los movimientos progresistas y tiene tantas dificultades para llevar adelante una estrategia de comunicación que enfrente a los medios hegemónicos.

La reflexión de Álvaro García Linera sobre los gobiernos progresistas y la comunicación

Está claro que los medios de comunicación hoy juegan un papel de unificadores y constructores de sentido común y de organización de la sociedad. En cierta manera tienen poder político. Los medios de comunicación son una de las formas del poder político en las sociedades contemporáneas. 

La política es la lucha por el monopolio del sentido común y los medios forman parte de esa disputa por el sentido común. Por eso no es casualidad que cuando los sectores oligárquicos tradicionales pierden el control del gobierno mediante elecciones, inmediatamente se refugian, potencian y refuerzan sus medios de comunicación como una forma de disputa del poder político, porque los medios de comunicación construyen o acaparan parte de la construcción de sentido y de sentido común de una sociedad. 

Por eso no es casualidad tampoco que los medios de comunicación muchas veces tiendan a sustituir a los partidos como los grandes núcleos de oposición política a gobiernos progresistas o revolucionarios. Debemos darnos cuenta de que cualquier transformación social tiene que tener en la lucha comunicacional un elemento central como el de ganar elecciones o tener una buena gestión de gobierno. Los medios de comunicación son un cumplimiento más del quehacer político, de la lucha política, del poder político y de la dirección política de una sociedad. 

Siempre los gobiernos progresistas entran en desventaja frente a grupos de poder económico que tienen muchos años de historia sedimentada, de poder, de control, de acumulación de propiedad. A lo largo de todas esas décadas o siglos se han esforzado por monopolizar y por controlar la propiedad de medios de comunicación en todos los ámbitos. Cuando solamente había periódicos, controlaron los periódicos. Cuando apareció la radio, controlaron los periódicos y radio y cuando apareció la televisión, controlaron los periódicos, radios y la televisión. Ahora incluso tienen las redes. Disponen de mucho dinero para mantener esa su propiedad de los soportes tecnológicos porque en lo comunicacional se juega la gran batalla del poder político en cualquier sociedad moderna. Entonces es normal que los gobiernos progresistas siempre enfrentemos esta gran propiedad de medios que utilizan la comunicación de manera desvergonzada para proteger sus privilegios y para atacar a los gobiernos progresistas. 

Sin embargo, cuando un gobierno progresista llega al poder, lo hace de manera excepcional, rompiendo esas barreras. Un gobierno progresista no entra al poder en condiciones normales de estabilidad, de tranquilidad, no, entra en momentos de una crisis que relaja, debilita o agrieta el poderío de los medios de comunicación. Y por esa grieta o esas grietas irrumpe lo popular, lo progresista, lo revolucionario. Pero eso es apenas el inicio. Con el tiempo está claro que los sectores concentrados de la economía van a potenciar sus medios de comunicación para debilitar un proceso progresista. Y ante ello, el gobierno progresista tiene que utilizar una diversidad de plataformas, tiene que intentar debilitar y contener estos grandes monopolios comunicacionales, ponerles freno y contraponer a ello una multiplicidad de estrategias comunicacionales.

El Estado puede hacer ciertas cosas, pero no puede ser como el lado opuesto paralelo en dimensión económica que los medios de comunicación de los privados. Si bien tiene que dar la batalla y utilizar también otro tipo de formas comunicacionales más creativas, más baratas, más populares, más plebeyas. Porque al fin y al cabo, por muy todopoderoso que sean los medios de comunicación privados con sus grandes monopolios, siempre tienen sus fisuras, siempre tienen sus límites.