Un nuevo informe del regulador de la industria tabacalera Stopping Tobacco Organization and Products (STOP) revela que la industria usó la pandemia COVID-19 como una oportunidad para ganar influencia, inmiscuirse en políticas de salud y asegurar un trato preferencial en distintos países.

En el análisis que la organización hizo en 80 naciones se determinó que "ningún país fue inmune a los esfuerzos de la industria" por utilizar las "gestiones" y las "donaciones", a menudo relacionadas con la respuesta a la pandemia, en su beneficio.

“El comportamiento de la industria tabacalera durante el COVID-19 no fue la práctica comercial habitual; la investigación sugiere que ha sido mucho peor en términos de escala e impacto”, dijo Mary Assunta, PhD, Directora de Investigación y Defensa Global del Global Center for Good Governance in Tobacco Control, socio de STOP y autor principal del Índice.

“En medio de una pandemia, la salud debe ser la consideración principal en todas las decisiones políticas, pero a menudo se deja de lado en favor de los intereses comerciales de la industria donde la política no está bien protegida, se perderán más vidas a causa del tabaco y la recuperación económica posterior al COVID puede verse afectada, con mayores costos de salud y potencialmente menos ingresos fiscales para financiar la recuperación”, agregó Assunta-

Durante la pandemia, muchos gobiernos carecían de recursos de salud pública. Algunos, como Botsuana, España, Chile e India, intensificaron sus esfuerzos para proteger la política de salud, pero otros aceptaron las donaciones de la industria tabacalera.

Los aumentos de los impuestos al tabaco, por ejemplo, se retrasaron y la industria pudo abrir nuevos mercados para los productos electrónicos. Entre los países del informe del Índice 2021, 18 gobiernos mejoraron la forma en que se protegen de la influencia de la industria, mientras que 31 gobiernos se deterioraron en sus esfuerzos. Uno de ellos fue Argentina, que según el análisis de STOP, figura entre los países que mayor injerencia de la industria tabacalera sufrió.

Los hallazgos del nuevo informe:

  1. Ninguna región es inmune a las presiones y, dentro de cada región, existen diferencias significativas en las puntuaciones entre los gobiernos con mejor y peor desempeño de respuesta a estas propuestas.
  2. A nivel mundial, Brunei, Nueva Zelanda y el Reino Unido son los mejores en general, aunque incluso estos países se enfrentaron a un aumento de los intentos de la industria por influir en las políticas.
  3. Aunque el tabaco es un producto adictivo y nocivo, al menos diez gobiernos consideraron que la industria tabacalera y los cigarrillos eran “esenciales” durante la pandemia o una parte vital de sus esfuerzos de recuperación económica, incluidos Bangladesh, Brasil, Jordania, Malasia, Nueva Zelanda, Perú y Sudán.
  4. Los países que no han firmado el tratado global, el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco (CMCT), enfrentan altos niveles de intromisión de la industria. Estos incluyen a Argentina, República Dominicana, Indonesia, Suiza y los Estados Unidos.
  5. La actividad de la industria estuvo relacionada con retrasos en la implementación de las leyes de control del tabaco en países como Bolivia, Etiopía, Georgia, Guatemala, Sudáfrica, Tanzania, Turquía y Sudáfrica enfrentó acciones legales por intentar limitar las ventas de tabaco durante la pandemia.
  6. La industria presionó con éxito a los gobiernos para vender nuevos productos en países como Egipto, Kenia, Líbano y España.
  7. Al menos 11 países que recibieron donaciones se comprometieron a gravar los productos de la industria, incluidos Argentina, República Checa, Indonesia, Malasia, Myanmar, Pakistán, Paraguay, Polonia, Tanzania, Turquía y Zambia.
  8. Al menos seis países que prohíben o restringen las actividades de responsabilidad social empresarial (RSE) relacionadas con el tabaco, igualmente aceptaron donaciones de la industria durante la pandemia, incluidos Kenia, Myanmar y Filipinas.
  9. El uso que hace la industria tabacalera de las donaciones de RSE destinadas a responder a la pandemia contrasta directamente con la importancia de dejar de consumir tabaco. Desde el comienzo de la pandemia, estudios independientes han encontrado que los fumadores tienen más probabilidades de desarrollar COVID-19 grave en comparación con los no fumadores. El consumo de tabaco es un factor de riesgo conocido para una variedad de afecciones crónicas que también colocan a las personas en mayor riesgo de COVID-19.