En su reflexión diaria, Cynthia García señaló las diferencias entre el acto que encabezó Mauricio Macri el jueves en Dolores y el acto que de Cristina Kirchner en Comodoro Py en abril de 2016.

El contundente editorial de Cynthia García

Sigo anclada en la idea de lo soterrado del neoliberalismo, en esa propuesta política de andar a tientas entre la bruma que fue y es el macrismo.

Macri no necesita multitudes.

Su punto de apoyo no está en esa claridad bajo el sol o la lluvia, acontecimientos climáticos que no logran explicar su mano levantada saludando al vacío del pueblo.

Macri no necesita llenar ese vacío.

Por ese motivo son en vano las comparaciones entre las presentaciones ante la justicia de Cristina, cobijada por la presencia de miles y miles de personas que aquel 13 de abril de 2016 fueron a cuidarla y a cuidar lo que ella representa.

Macri compinche con el abogado, aliado con el fiscal, acudió a la tramoya para eludir la declaración. Se victimizo en vez de enfrentar la acusación de cara al sol.

¿Podría Macri haber tenido el gesto de aceptar defenderse? Porque eso es una indagatoria, un acto de defensa.

¿Podría Macri, en vez de esa arenga fugaz en lenguaje de autoayuda, haber pronunciado un discurso representativo, sólido sobre su proyecto político? Porque si nos vamos a poner en el lugar de la comparación, aquel discurso de Cristina trazó la línea discursiva de lo que hoy es el Frente de Todos.

Era el año 2016 y la actual vicepresidenta hablaba públicamente por primera vez desde el triunfo de Mauricio Macri.

Ella ya se había presentado ante Bonadío, que la convocaba por la causa dólar futuro. O sea, Cristina primero cumplió con el requisito procesal y luego se dirigió al precario improvisado escenario.

Llovía mucho, estábamos todos y a nadie le importaba.

El discurso de Cristina

La AM750 tenía cobertura especial y Víctor Hugo hizo el programa a un costado del escenario. Cristina vestía un trajecito gris. Estaba espléndida en su energía popular. La multitud enorme hizo silencio expectantes de que Cristina hablara.

Ella comenzó recordando a Irigoyen y a poco de hablar con el músculo tenso y las manos abiertas, preguntó si con Macri estábamos mejor o peor que antes.

"Peor", respondió la multitud. "Esa es la línea de unidad", dijo Cristina.

Sobre el sol que asomó en ese preciso instante nació la idea frentista y el recorrido de unidad para derrotar al neoliberalismo en 2019.

Hay una foto que atesoro del final de ese acto sobre la tarima, donde le pude dar un abrazo a Cristina. La foto que alguien tomo registra el momento en que Cristina rodea las manos sobre mi espalda y tiene los ojos cerrados sobre mi hombro.

Es un abrazo con todo el cuerpo.

Tuvimos una conversación luego de esa foto que, por pudor, nunca me atreví a contar. En el soltar de ese abrazo Cristina me preguntó: "¿Se entendió lo que dije? ¿Cómo estuve?", son gestos de luminosidad humana que describen a quienes lo generan.

Se inscribió en medio de los años macristas, que eran un proyecto de abrazos gélidos.

Se les nota.

No pueden disimularlo ni con el calor de este octubre atípico sobre el puñado de personas que Lombardi pudo juntar en esa plaza ayer en la ciudad de Dolores.