En su editorial y desde la cúpula del Centro Cultural Kirchner, Cynthia García recordó a Néstor Kirchner a 11 años de su fallecimiento.

El editorial de Cynthia García

Hoy vamos a intentar actualizar algunos momentos del kirchnerismo y de Néstor Kirchner. Un amigo que extraña a Néstor me dijo: "En las vacaciones previas al gobierno de Kirchner 2001 se me ve en las fotos leyendo el diario Clarín, un diario que llegaba a casa y su llegada era festejada". 

Me identifica el relato de este amigo y me sigue impresionando. Me produce una sensación casi de vértigo la incapacidad que teníamos para detectar las marcas del mercado o del infoentretenimiento en relación a los productos periodísticos o a las marcas de determinado sesgo político del grupo.

Antes de Néstor, Clarín era el gran diario argentino. Era "el diario de la gente", resumiendo en ese eslogan la sabiduría verdadera sobre los intereses y necesidades de toda la clase media. 

Hay una vieja tapa de Clarín en tiempos de cortes del Puente Pueyrredón, en la década del 90, que decía "Piqueteros cortan el puente Pueyrredón, la gente indignada".

"La gente" eran los conductores que no podían atravesar el puente, no eran los piqueteros que tenían el estómago pegado por el hambre. La indignación era pasible de ser ejercida por la gente y la gente no eran los pobres. 

Esos silogismos, con suerte, se analizaban hasta antes de Néstor en las aulas universitarias de las facultades de comunicación. Lográbamos vislumbrar, en todo caso, esas marcas de empresa comercial que todavía no tenían los caudales monopólicos actuales. 

Traigo esta escena porque creo que Néstor y el kirchnerismo vino a correr velos. El "¿qué te pasa, Clarín? Estás nervioso?" Me resulta estremecedor, no sólo por poner el cuerpo en medio del conflicto, sino por el corrimiento de aquello que no era visible. 

De pronto había un gobierno que sopesaba la correlación de fuerzas y en un determinado momento se estabiliza en lo firme para desenmascarar y denunciar la presencia de una prensa facciosa.

Néstor le quiso decir a Clarín que se saqué la careta y que se asuma como actor político. 

Eso me resulta muy impresionante. Desde la perspectiva comunicacional hubo un antes y un después del kirchnerismo.

Aquello que era del ámbito académico para la detección de signos lo volcaron a la calle y eso es algo para siempre que nutre el odio que Clarín le tiene al kirchnerismo.  

El poder que tiene el poder de imponer la verdad necesitaba biombos, velo, bruma para que no se le vean los hilos. Néstor y Cristina se enfrentaron siempre al poder real, iluminándolo, mostrándolo, descubriéndolo frente a una sociedad profundamente colonizada en la batalla cultural. 

Nunca pretendieron conducir al poder real. Siempre supieron que eso no es posible. A mí me resulta emocionante y esa es la palabra para describir aquello que sucedió en el kirchnerismo en relación al corrimiento de velos. 

Esa actualización de Néstor es constante y es un legado. Por eso seguimos exigiendo ese iluminar sobre las oscuridades a las que el poder real quiere llevarnos.

Es lo que Cristina hace constantemente. La respuesta de Cristina a la justicia cómplice de persecución es eso. Cristina sopla la bruma.

Está conquistando una luminosidad específica en un lugar oscurecido. Eso es a mi criterio el kirchnerismo. Visibilizar núcleos de poder y subirlos a la lid y a la disputa política con todo el amor, el dolor y la posibilidad de frustración que esa invitación pueda producir. 

La frase de Roberto Feletti recoge un legado cuando dice "no vine acá para tomar café. Puedo fracasar, puedo aún perder, pero no retroceder en el control de precios de los alimentos". Hoy los invito a no renunciar al legado de Néstor. A no renunciar a correr los biombos para poder ver, saber, elegir, pensar y no andar nunca más a tientas entre las brumas de lo soterrado.