En su columna de La Mañana, el periodista Fernando Borroni analizó el impacto de las dos marchas por el Día de la Lealtad peronista y el aniversario del 17 de octubre.

El destino del país está en un punto medular. El gobierno está en un punto de quiebre, a partir del resultado electoral de las PASO de septiembre. Es un punto de quiebre, que no significa que todo empiece a ser peor ni mejor. Pero está claro que a partir de las elecciones de noviembre se marcará el rumbo definitivo de cara a 2023.

Es oportuno marcar algunos interrogantes. Como parte del campo nacional y popular uno está convencido de que hay confusión, angustia y esperanza, tres sentimientos que están entrelazados y suceden al mismo tiempo.

Hubo dos marchas importantes, contundentes, multitudinarias y que por cierto pueden ser complementarias. Ambas apoyan al Gobierno de Alberto Fernández, pero la del domingo 17 de octubre le exige al gobierno que cumpla lo prometido, dureza con su vínculo con el FMI, el no pago de la deuda. Fue una Plaza que le dijo al Presidente que avance en lo que tenga que avanzar, porque el pueblo lo iba a acompañar.

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La otra marcha le dice al presidente “acá estamos, somos su estructura, negocie con quien tenga que negociar para seguir y vamos a encolumnar a los trabajadores detrás suyo”.

Fue la dirigencia del movimiento sindical y las organizaciones sociales, que en algunos casos, no todos, fueron muy simpatizantes de Mauricio Macri. Allí, plantearon: “Usted negocie”.

Las dos marchas son importantes y reflejan los matices que hay en el frente de Gobierno. No deben angustiarnos. Sí debería angustiarnos que nadie aparezca para conducir esas tensiones.

La disputa por los precios

El otro gran tema de discusión es la disputa de los precios. Hay un intento de desestabilización de parte de aquellos que los forman: el 3,5 por ciento de inflación de septiembre es política.

Mientras que el pueblo discute si come o no, los empresarios discuten su margen de ganancias. El gobierno entiende que hay que dialogar para contener los precios. Ojalá tengan razón, pero cuando vemos que no ceden ni un instante, que se pide un acuerdo por tres meses, o cuando se ve que la oposición rechaza el diálogo, me pregunto cuál es el Plan B.

Estamos peleando precisamente para que algo se pueda sostener. Uno siente que los tiempos y el sentimiento popular están en un momento complicado. Muchos argentinos y argentinas con angustia acompañan al gobierno. Hay decepción, incertidumbre y confusión. También esperanza, pese a todo, pero hay que darle herramientas.

Por el momento, está todo permitido menos ser oposición, porque la monstruosidad de la derecha viene por todo. El problema es cuando te enamorás de lo propio porque lo ajeno es muy feo.