En una nueva clase de la Escuelita de los sábados, el pedagogo Julián Elencwajg celebró la buena medición que está teniendo en el rating radial Toma y Daca y aprovechó para contar la historia de Ícaro para explicar el éxito del programa.

"En casos de éxito desmesurado como el que logramos con la Comunidad Toma y Daca, es conveniente apelar a la mitología griega, que está llena de enseñanzas. Por eso voy a contarles la historia de Ícaro, que ya doy por descontado que no saben de qué se trata porque en sus cabecitas de millennials y centennials solo hay espacio para recordar las canciones de la estrella de cumbia 420 y probable futuro asesor presidencial L-Gante", expresó.

"Ícaro, era hijo del arquitecto Dédalo, el constructor del laberinto de Creta, y ambos estaba retenidos en esa isla por el rey Minos. Para poder dejar de estar cautivos y escapar, Dédalo creó unas alas para él y para su hijo uniendo plumas con hilo y cera y le explicó a Ícaro que era importante que no volase demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo porque la espuma del mar mojaría las alas y no podría volar. ¿Saben lo que pasó, chiques? Que Ícaro comenzó a ascender y ascender y ascender hasta que el sol ablandó la cera que mantenía unidas las plumas y terminó cayendo al mar", agregó Elencwajg.

¿Qué nos enseña esta historia, chiques? ¿Que el éxito de Toma y Daca y la Escuelita de los Sábados no debe encandilarnos y debemos no volar muy alto para evitar la caída? No: la enseñanza que nos deja el mito de Ícaro es que debemos volar directamente rumbo al sol y triunfar donde Ícaro fracasó. ¡Vamos por todo! ¡Por todo! Aprovechar una victoria para anunciar que se va a ir por todo es una fórmula que siempre funcionó. Y si no les gusta mi enseñanza, chiques, armen su propia escuelita y ganen elecciones. Antes de seguir con el próximo tema, voy a ponerme la etiqueta frontal de pedagogo que va por todo. Ahí está.