En su editorial, Cynthia García criticó a los diputados de Juntos por el Cambio que no dieron el quórum para que se debatieran los proyectos de ley de Etiquetado Frontal, la iniciativa para garantizar los derechos de las personas en situación de calle y otro referido a medidas vinculadas con la actividad de la vitivinicultura.

Además, reflexionó sobre la alimentación en Argentina que hoy es determinada por solo 12 empresas alimenticias.

Ayer Juntos por el Cambio no aceptó sentarse a la mesa del debate representativo que es el Congreso de la Nación. La sesión intentaba convertir en ley el Etiquetado frontal, una medida sobre la salud y la industria alimenticia; derechos a personas en situación de calle y la ampliación de derechos para trabajadores de la vid.

Máximo Kirchner, jefe del bloque del Frente de Todos, dijo justo en la primera sesión presencial, donde debían tratarse que aparentemente no irritaban a nadie, los diputados de Juntos por el Cambio decidieron estar ausentes. "Tras cartón se enojan y nos quieren empujar a actuar bajo extorsión", dijo Kirchner.

La expresión tras cartón viene del juego de naipes en que se queda detrás la carta con que si hubiera ganado y se anticipa la que hace perder.

Usando la metáfora del discurso de Máximo, la oposición dejó detrás la carta ganadora que significan estos cuatro proyectos para mejorarle la vida a un enorme sector de nuestra sociedad y anticiparon la carta que hace perder derechos, tiempo de calidad democrática, perder la posibilidad de cortar ciertos lazos con la industria alimenticia concentrada.

En su libro Ser y comer, Marcelo Rodríguez dice que "la gente come lo que puede, dentro de lo que puede. Seguramente puede hacer algo por comer mejor, pero en principio comemos lo que está a nuestro alcance".

Si se come peor es porque la industria alimentaria está produciendo peores productos y el mercado los comercializa de una manera en que los de menor poder adquisitivo se alimentan peor que los que tienen la posibilidad económica de alimentarse mejor.

Rodríguez advierte que la cuestión de apelar a la educación para comer mejor está bien siempre y cuando no ponemos el discurso de que comer mal es sólo una responsabilidad individual, porque entonces nos estamos metiendo con un discurso social turbio.

¿Cuántas veces se encontraron frente a una góndola del supermercado ajustando la vista para intentar leer la etiqueta o creyendo que eso que luego sus hijos se van a meter a la boca es nutritivo, fortalecedor, proveedor de vitaminas y minerales? ¿No les pasa que la mano va y viene, se estira y retrotrae en decisiones de azúcares y sodio?

Rodríguez, escritor y periodista especializado en ciencia y salud, da en la tecla en estos textuales que estamos citando de su libro sobre alimentación. Comer bien, sano y saludable no es sólo una responsabilidad individual. Podría ser, además, un objetivo de política pública. Un mediar del Estado para que el etiquetado frontal de los alimentos diga la verdad sobre lo que comemos.

Pero ocurre que esta derecha, que es Juntos por el cambio, no puede ser más de lo que son. Son adoradores de la subjetividad neoliberal. Si comes mal, que sea tu problema. Si fracasas, que sea tu fracaso. Si te va bien, que sea tu mérito.

La subjetividad capitalista, su gran y probablemente inevitable logro, es que vos no vas al río a buscar el agua, sino que accedes al agua comprando una botella que además te hace sentir que el manantial lo tenés acá a la vuelta. Por eso los caminos de la emancipación quedan tan lejos. Sólo estamos reduciendo el daño.

Una ley de estas características sería un montón de reducción de daños. El sistema capitalista, que es buenísimo construyendo objetos, inventó los envases. La etiqueta en sí misma es una entidad comunicacional con poder de verdad: uno quiere creer en las calorías que dice la barra de cereal.