"No hay mejor campaña que la gestión" se escuchó decir por los pasillos presidenciales mientras se ajustaba la agenda para los próximos días.

Jubilación anticipada con anuncios en breve, acuerdo por la carne para apaciguar precios y ánimos, y precios, ¡esos indomables! Habrá que ver hasta dónde lograran suavizar a las grandes empresas productoras de alimentos y a sus socios supermercadistas. Domesticar precios hará la diferencia. Gestión al cuadrado, a la máxima potencia posible. Eso reclama el momento.

No cabe duda. Es ahora o nunca.

Alberto golpeando puerta tras puerta para que el pueblo le cuente de ausencias e injusticias que luego él, como Presidente, tendrá que solventar. Candidatas y candidatos afilando discursos y repasando manuales de ocasión, habrá maquillaje y postizos, eso seguro.

Faltan 48 horas y comienza el desfile final. Dos días nada más, y arranca la campaña rumbo a las urnas de noviembre, esas en las que se nos juega la vida, el futuro, el humor, los sueños y, por qué no, la ideología.

Y con una derecha como ésta es imposible dormir tranquila, te la hacen difícil, no aceptan perder, no se bancan al pueblo cuando habla, no son gente de razón, son gente de bastón pegando en la cabeza de otra gente, en especial pobres y rebeldes.

Por eso, porque sabemos que no saben de respetar reglas, se nos hace de vida o muerte este asunto de votar. Tan de vida o muerte como comer o curarse, lujos que hoy no todes en esta patria pueden darse, y las urnas lo han demostrado.

El desafío es descomunal si me permitís la exuberancia.

Y el primer combate de todos los que luego llegarán es no caer en la derecha otra vez. Condición sine qua non para poder hablar de futuro. ¿Hace falta que lo diga? Sería un error tremendo, nos terminaría de degradar como sociedad y país. Los vimos, y no tienen límite. Preguntale a Melconian y a las arcas del Nación.

Pero, además, como si no fuera suficiente batalla por librar, mientras con la diestra, espada samurai en mano, nos defendemos de la derecha, con la otra, con la de cuore, se le debe hacer el aguante y volver a poner en marcha a una sociedad quebrada. Sin laburo, con sueldos de hambre, descapitalizades por efecto de las dos pandemias, un país violento y demasiadas veces sin justicia. Este también es el gran desafío. Los números mejoran, pero el daño por reparar excede.

Y hay más todavía e insisto en el asunto: tomar con urgencia el tema del cambio climático como cuestión de Estado prioritario, y de paso si querés, chapeas con que compartís agenda con el primer mundo. Los poderosos empiezan a girar hacia el verde. Nosotros tenemos lo propio por atender y es un buen momento para hacerlo: agrotóxicos, venenos megamineros y pueblos sin agua, para empezar a contar.

El costo presente y futuro que pagamos por un puñado de dólares, esos que entran a cambio de comodities y riquezas minerales, es brutal. Unos pocos billetes no debieran afectarnos de tal modo el entendimiento. Es como si fuéramos adictos a alguna droga dura, de esas que te van matando y vos no podés dejar de consumirla. Así de enferma es esa relación que nos atraviesa, así nos daña. Y así de gigante es el desafío.

Y todo es junto, se juega en un voto. Todo eso junto, echa a rodar en estas horas de casi campaña, entre un Presidente que pide otra oportunidad, una sociedad hinchada las bolas y a veces bastante malcriada, y un poder de facto virulento e inmoral que no quiere perder nada.

"No hay mejor campaña que la gestión" dicen por los pasillos presidenciales. Si es así, entonces, métanle gestión y gestión, ganemos derechos, avancemos hacia un país menos concentrado y más solidario.

Les conocemos los colmillos, no son joda. En esta se nos juega la vida, la digna, esa que sabemos nos merecemos todas, todes y todos.