En su editorial de La García, por AM750, Cynthia García desmenuzó los cambios en el Gabinete anunciados el viernes por la noche. “Ni la escena era dramática, ni la crisis fue institucional”, planteó la periodista. Además, habló del patriarcado y el “machirulismo al palo” de quienes pedían “resolver el conflicto puertas adentro”.

El editorial de Cynthia García

La semana cerró con la reestructuración del gabinete y ahora se abre un escenario dinámico que arrojará luces, señales y gestión a medida que pasen los días.

Dos planteos del discurso de estos días: por un lado la construcción de lo dramático; y por otro, el cuestionamiento a que el conflicto dentro del Frente de Todos no hubiera ocurrido puertas adentro, como si no fuera parte del buen hacer político que la escena pública sea revelada en su verdad.

Ni la escena era dramática, ni la crisis fue institucional, ni fue malo que la sociedad supiera lo que sucedía puertas adentro.

Michel Foucault dice en Historia política de la verdad que “la cuestión no es lo que la verdad dice, sino lo que hace. Por qué preferimos sus efectos, por qué la elegimos frente al mito o la ilusión, no se plantea un cuestionamiento de la verdad, sino de la voluntad de la verdad”.

Fue una mujer la que irrumpió, con una carta pública, verdadera y vocera de un pueblo que no opera".

Cynthia García, sobre la carta de Cristina Kirchner

Esto me llevó a una anécdota, a una fábula que cuenta Slavoj Žižek, que dice más o menos así: “Había una persona que se creía grano de maíz, va al psiquiatra, lo convencen de que no es un grano de maíz, sale a la vida y lo primero que le primero que le pasa es que se asusta cuando ve una gallina. Le preguntan por qué se asusta, si ya sabe que no es un grano de maíz, y responde: 'Yo sí sé, dice, ¿pero la gallina sabe que no?’”.

Así como Theodor Adorno dice que “es evidente que nada en las cuestiones del arte es evidente”. Así podríamos decir que nada en las cuestiones y visiones del pueblo es evidente. Cualquier visión literal y lineal nos sirve.

Quienes decían que Cristina debía callarse y dirimir las cosas puertas adentro, en familia, no entendían que actuó más allá de lo evidente, que no trató de llevar agua para su molino de modo egoísta, o entender la política en términos personalistas, incluso dentro de las fricciones con los actores que van a componer el gabinete, sino poner en palabras el descontento y la desilusión.

La racionalidad, tanto la patriarcal como la de algunos feminismos, no comprende esto. El peronismo sí lo comprendió.

Muchos y muchas de quienes ahora cuestionan por patriarcal la composición del gabinete, que requiere un análisis en contexto, pedían vehementemente que las cosas se resuelvan en casa sin conflicto.

¿Eso no es machirulismo al palo? Pero atentos, porque fue una mujer la que irrumpió, con una carta pública, verdadera, rumbeante y vocera de un pueblo que no opera.