En su columna, Fernando Borroni reflexionó sobre la unidad del Frente de Todos tras los cruces entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.

Las tres banderas del peronismo históricas son la independencia económica, la soberanía política y la justicia social. Hay una cuarta de estos tiempos: unidad. 

No hay otra posibilidad. Una unidad hasta que duela y claro, ahora la unidad duele. La unidad del Frente de Todos está pasando por un proceso del cual puede salir fortalecido o puede salir quebrado de una manera que todo lo que suceda de aquí en adelante sea en desmedro de este propio Frente Nacional y Popular. 

Todo lo que sucede estaba dentro de las posibilidades teniendo en cuenta a los actores, hombres y mujeres, que forman parte de este frente y de la representatividad de cada uno de ellos. Era esperable, no deseable, precisamente por la pulsión y la tensión política de quienes integran el Frente. También por las formas, por los modos, por las visiones, por los tiempos en los que cada uno cree que puede diseñar la política. 

La tensión no es sorpresa. Respondamos a la pregunta dónde estaba cada uno de los que hoy forman el Frente de Gobierno hace cuatro años atrás ¿Dónde estaban? ¿Qué intereses representaban? ¿Qué disputa estaban dando? No lo digo. Con desmedro de nadie. Lo digo como un hecho de la realidad para entender por qué entonces hoy pasa lo que pasa.

Ahora lo importante es cómo se supera este momento. El presidente acaba de dar un paso y dice voy a armar un nuevo gabinete y terminamos con esta discusión. Ojalá sea el comienzo de la solución. 

Cada cual se mostró como es. Lo que hay que hacer es poner las contradicciones primarias en su lugar y las contradicciones secundarias en su lugar, y no confundir las contradicciones secundarias como la verdadera discusión a llevar adelante. Hay que comenzar a pensar cómo se sale con unidad, asumiendo lo que sabíamos de un primer día, que Massa no es igual a Cristina, ni Cristina a Alberto. 

Lo primero que hay que hacer para salir con unidad es asumir el rol del otro. Pero aquí hay dos roles un rol institucional y un rol de peso político. El rol institucional está claro el presidente de la Nación toma las decisiones. El peso político está claro, la conducción del Movimiento Nacional y Popular está en manos de Cristina Fernández de Kirchner, responsable de este Frente de todos, quien eligió al presidente. Cristina es garante además de que este Gobierno se conduzcan por los caminos que 48 por ciento del 2019 votó. 

Lo que hay que buscar es equilibrio. Cristina Fernández de Kirchner sabía que le daba la lapicera a Alberto Fernández y Alberto Fernández sabía que Cristina Fernández de Kirchner no iba a permitir que un país que tiene el 45 por ciento de pobres se dé el privilegio de no ejecutar casi 900 millones de presupuesto. 

Equilibrio sigue siendo la palabra. El diálogo de Alberto, la característica por lo cual Cristina lo eligió presidente y la firmeza de las condiciones y de la mirada de país de Cristina Kirchner y el rol de Massa, un rol constructivo de puente. Esto es lo que debe cohesionarse y lo que debe amalgamar en estas horas. Yo me pregunto si aquel 48 por ciento que votó este gobierno no estaba pidiendo de Cristina este rol de la dirigente que va a cuidar la mesa familiar y el precio del pan. 

Del entorno del presidente y de los afines del presidente, que por favor contribuyan a construir una unidad bancándose las contradicciones, las tensiones y las discusiones, pero que pongan por encima de sus intereses el país y la situación que está viviendo la Argentina porque la discusión de que hay dos modelos pseudo modelos no puede ser discursiva. 

Los dos modelos se tienen que ver en la calle. En la calle hay que ver el modelo de Macri que vivimos y el nuevo modelo. Entonces, algunos movimientos sociales, algunos movimientos sindicales, algunos empresarios, algunos bufones del presidente quieren hacerle creer que esta es la oportunidad para romper y construir el albertismo. 

Eso sería multiplicar la pobreza. Eso es igual a quebrar la matriz y el vínculo social en la Argentina. Eso es igual que poner una bomba adentro. Que lo tenga en claro. 

La carta de Cristina no provoca ruptura. La carta de Cristina busca sensatez, discusión política y resolución del problema. Este frente de Gobierno tiene desde su origen una pregunta que responder: ¿Unidad para qué? ¿Para ganar elecciones? O ¿unidad para pelear por un proyecto de país? 

Esto sintetiza la carta de Cristina. Ante la paliza electoral algo tiene que cambiar. Esto no resiste análisis. Hay que seguir andando con cambios que responda a las preguntas que dejaron las urnas. Si la respuesta es unidad para hacer feliz al pueblo de aquí se sale para adelante. Si la unidad es para ganar elecciones o para conformar a todos, se sigue caminando para atrás.