En su editorial, Cynthia García reflexionó sobre el rumbo y la unidad del Frente de Todos luego de una jornada de tensión y cruces entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

Antes de la invención de la brújula la observación del vuelo de las aves era muy importante para los marinos y por eso en las navegaciones largas y peligrosas embarcaban siempre aves que se soltaban para vislumbrar si se estaba cerca de tierra o no. 

Si los pájaros quedaban sobrevolando la nave, chocando entre sí, con vaivenes e indecisiones, eran malas noticias. Si salían disparados hacia determinado rumbo, seguramente hacia allí era donde había tierra, destino deseado de todo navegante y de todo ser que desea para sí vivir bien y lejos de cualquier naufragio. Supeditarse a las aves o a las estrellas sucedía porque no había brújula. 

En 2019 el gobierno tuvo un voto que venía con brújula en el sobre. Había un rumbo predeterminado de la necesidad de esta sociedad en 2019. Esa brújula señalaba un norte específico, un mandato específico: salir del neoliberalismo, recuperar el poder adquisitivo, levantarse los más de ese fondo en el que estaba. 

Era una demanda popular en contraste con el gobierno neoliberal de Mauricio Macri: tarifas, redistribución, no represión, persecución, presos políticos. El planteo de con la gente adentro. La carta de Cristina Fernández de Kirchner entra en esta editorial que ya había sido escrita por el impacto que tiene sobre justamente el rumbo. El gobierno del Frente Todos perdió dos millones de votos. No son votos que tenga Juntos por el Cambio que sacó más o menos lo mismo que en 2017, los perdió el Frente de Todos. 

¿A quién tenés que decirle algo entonces? A ellos. ¿Y ellos qué quieren? Que los representen. ¿Y por qué no se sintieron representados? Porque no se los representó. Hubo un déficit de representación. Cuando Cristina Fernández dice "esto está mal", está diciendo que no se llegó a esos del fondo. Alberto Fernández, en campaña, había dicho "los últimos serán los primeros". Eso no pasó, no pudo. Habrá sido por la pandemia, el contexto, el PBI, el Fondo Monetario Internacional, la mirada fiscalista, pero no ocurrió. 

Entonces Cristina Fernández de Kirchner va por esos votos. Para mí un dato impactante, fundamental, de la carta pública que escribió ayer y que está dirigida a ese sector. Está dirigida a ese electorado, a esa porción de la población. Los votos se juntan en el territorio. Ella va por esos votos y la única que puede hacerlo es ella. No solamente va por esos votos, va por esa representación, va por esa construcción y no va sola, va con todo el espacio que supo construir. 

El lunes y el martes, luego de las elecciones, Alberto le habló a los empresarios por qué hay que analizar esos dos actos de Alberto del lunes y el martes hablando a la macro y a la súper estructura y no a los que no lo votaron. Cristina Fernández de Kirchner está diciendo que lo que plantea no es una marca en el orillo por las elecciones. Es un planteo que viene haciendo desde octubre del 2020. Esos son datos que tenemos que rescatar a la hora de analizar este escenario. 

Este planteo que hizo el vocero presidencial que se perdió porque se kirchnerizó el gobierno es falaz porque no se cristinismo. Cristina con sus modos profundizaba. La carta de Cristina le habla al electorado, a la gente, construye poder popular y evidencia las operaciones de prensa. Cuestiona el presupuesto porque es ajuste, porque implica una subejecución de partidas presupuestarias, porque implica probablemente un aumento tarifario del 30 por ciento. 

Cristina quiere que aumente el poder adquisitivo del pueblo y actúa siempre de un modo ostensible como lo hace el kirchnerismo. Por eso es kirchnerismo, sino sería conservadurismo, como todo el otro arco político de la Argentina. Lo que el kirchnerismo produce es un sismo siempre porque provoca. Se perdieron las elecciones. Hay que actuar. Hay que subvertir esto. Eso es el lado K de esta historia.