Yo soy muy democrática, creo en el pueblo expresado en el voto, creo en los gobiernos de las mayorías, creo en el derecho a pensar y decir lo que cada quien considere, y creo que se puede convivir en la diferencia.

Pero, para que eso suceda, debemos pautar ciertas reglas, ciertos límites. Sin acuerdos básicos la cuestión se puede poner peliaguda y hace falta esa otra sustancia fundamental para la buena sociedad: el respeto, a lo acordado y a les demás por definición.

La convivencia sólo es posible si definimos bordes que no debieran ser transgredidos, una serie de acuerdos básicos, pautas que fundan la vida colectiva y que nos mantienen en un cierto nivel de "humanidad aceptable". Algo así como una línea de flotación ética por debajo de la cual entramos en la categoría "decadencia".

Lo tengo presente cada día y, muy en especial, cuando voto. No he sido yo quien lo olvidó, y seguro tampoco vos. El tema es que tenemos la casa copada por mercenarios y hienas, y el daño que provocan es grande, incluso no siendo los dueños de la pelota.

¿Cómo es posible que sigan estallando las mentiras molotov en boca de personajes con cargo y nombre sin que eso les traiga consecuencias? ¿Cómo es posible que decir cualquier cosa sea gratuito? ¿Cuál es el límite que mi espíritu democrático está dispuesto a tolerar?

No lo sé. No debiera ser yo quien lo decida. Debiera, más bien, existir un poder judicial a la altura de las circunstancias y que con la ley en la mano le ponga límite a quienes llegan al borde de la sedición o el golpismo con sus declaraciones públicas, aquellas y aquellos que mienten y ponen en duda gratuitamente temas demasiado serios.

Porque si nadie le pone el cascabel al gato y límite a la irresponsabilidad, estas personas lo seguirán corriendo, lo hacen todo el tiempo. Y a esta altura de fake news y operaciones expuestas, no debería ser gratis para esta gente andar tirando bombas incendiarias sobre nuestras vidas.

Es hora de recuperar un poco de dignidad. Yo soy muy democrática, pero tanta irresponsabilidad social y política no puede ser gratis. Hay cosas que se pagan en la justicia, y otras, en las urnas. Y hablando de urnas, ¡Bienvenida juventud al ejercicio democrático! ¡Juventud, divino tesoro!

Este domingo miles de jóvenes votarán por primera vez. Sepan querides nuestros, que nada es perfecto en esto de la democracia y sus reglas compartidas, pero la pelea vale cada día, vale cada voto.