En su columna de La Mañana con Víctor Hugo, Fernando Borroni reflexionó sobre tres sucesos que tuvieron y tienen lugar un 11 de septiembre, en distintos años: el Golpe de Estado en Chile y la muerte de Salvador Allende (1973); el atentado a las Torres Gemelas en Estados Unidos (2001) y el Día del Maestro en Argentina.


El 11 de septiembre se cumplen 48 años del golpe militar que destituyó a Salvador Allende en Chile. Ese día comenzaba en la región un proceso de golpes de estado. De violación a los derechos humanos, de desaparición, de secuestro y de torturas. 

El horror llegaba para quedarse un largo tiempo en Latinoamérica. Pero ese día, ese 11 de septiembre, cuando todo parecía llegar a su fin y cuando se perdía la vida del propio Salvador Allende, el presidente chileno se aferró a una radio. Desde esa radio dio uno de los discursos políticos más importantes de la historia de nuestro continente.

De ese discurso hubo una frase que quedó abrazada con todos aquellos que soñamos esa patria que soñó Salvador Allende: "Más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde caminará el hombre libre". Esas palabras las dijo cuando su vida se acababa, cuando las bombas del odio terminaban con ese Chile, que soñaba un país distinto. 

¿Quién iba a decir que 48 años después íbamos a confirmar que Salvador Allende tenía razón? Las grandes alamedas se abrieron. Chile despertó de la mano de los jóvenes, hombres y mujeres que pusieron en discusión ese modelo pinochetista que no se había agotado con Pinochet. Hoy la Constitución de la dictadura empieza a desarmarse a paso firme. Uno aprende entonces que las victorias populares llevan su tiempo, que se construyen de a poco, a veces en silencio, veces son imperceptibles, pero que más temprano que tarde los pueblos vencen. 

Este 11 de septiembre también se cumplen 20 años del atentado a las Torres Gemelas en los Estados Unidos. Hace 20 años el horror era televisado y el mundo entraba en pánico. Mientras las torres caían y con ellas se perdían miles de vidas, estaban quienes extendían sus mapas en sus largas mesas para poner en marcha una nueva guerra que duró 20 años. 

La muerte como excusa para más muerte. Tenemos dos 11 de septiembre. El odio de los golpistas en Chile, el odio de los terroristas sobre las torres y el odio de los señores de la guerra que vimos como terminó hace pocos días con el retiro del ejercito estadounidense en Afganistán. Ellos se fueron y Afganistán quedó la guerra civil, el hambre, la desigualdad y la violación de derechos. 

Entonces, los 11 de septiembre creo que son los días para preguntarse si el mundo en que vivimos no termina cambiando a partir del odio. Parece que todo se construye a partir de que el odio se sembró. El odio de la guerra. El odio que multiplica el hambre. El odio que desde un modelo multiplica la desigualdad. El hambre y la guerra que multiplican a los inmigrantes y a los refugiados y la resistencia a que ese inmigrante o refugiado llegue a tu tierra multiplica el odio de la discriminación. 

También este sábado 11 se celebra el Día del Maestro. Algunos querrán recordar a Sarmiento. Prefiero evitarlo. Yo quiero recordar a la educación pública porque estoy convencido que esa educación pública que integra, que nos mira a partir de hombres y mujeres con derechos y no a partir de consumidores, pueden construir una sociedad distinta. 

Una sociedad que entienda que para enfrentar al odio hay que construir verdad y que no se puede pensar el mundo desde las consecuencias del odio, sino desde las propuestas de la verdad. Qué día el 11 de septiembre. Todo sucedió junto, casi que es la síntesis de la historia de la humanidad.