En su editorial, Víctor Hugo reflexionó sobre la actualidad del periodismo.

¿El problema es el periodismo o es la política? Se enfrentan muchísimas veces periodismo y política. ¿Dónde hay responsabilidades mayores? ¿Dónde hay un desvío ético más pronunciado? 

Los políticos tienen mucha mala prensa, mala prensa que trata de destruir a los políticos, porque destrucción de los políticos se destruye la política y destruyendo la política se destruye la democracia. 

Ese es un juego en el que se entra muchas veces hasta sin darse cuenta. Los medios hegemónicos saben muy bien lo que está haciendo. El que escribió que Alberto Fernández desayuna un churrasco cada mañana, sabe muy bien a qué está jugando. 

Pero debe haber algunos que entran casi ingenuamente a colaborar con el desprestigio de los periodistas. En otras épocas nos pudo haber sucedido cuando estábamos menos alertados a cualquiera de nosotros. No recuerdo episodios de ese tipo en lo personal, pero puede haberlos. 

Pudo haber esa generalización de "ahora los políticos son todos iguales". Dios me libre de haberlo dicho, pero puede haber sucedido porque de vez en cuando repetimos como loros alguna cosa según el contexto o el marco de una conversación. 

Hoy día, desde hace unos años, la situación es de una enorme tensión entre lo periodístico y lo político. Hay una acechanza a lo político, fundamentalmente lo político de determinado lado de la vida, que es aquel que se opone al establishment que integran la inmensa mayoría de los periodistas que no quieren a los políticos sin darse cuenta de que un día van a precisar de los políticos y que además, los políticos son mucho mejores que sus patrones. 

¿Alguien puede pensar de los que atacan a Cristina Fernández de Kirchner que ella es peor que los dueños de algunos medios de comunicación? ¿En serio se puede pensar que los Saguier son mejores que Alberto Fernández o Kicillof? Estamos hablando de verdaderos truhanes que se quedan con todo, que viven pensando en los negocios, que viven de una impostura formidable ante la política, acusándola política, porque justamente es su enemiga. Es la política la que tiene la chance de tomar el poder político de vez en cuando y decirles que no a determinadas cosas, no muchas, porque el poder real es tremendo. 

¿Dónde está el problema? ¡Por qué los periodistas no se plantean qué hubiera sucedido en la Argentina si hubiéramos tenido un periodismo distinto? Piense que hubiera pasado si tendríamos un periodismo que no mienta. Un periodismo que en la semana de las elecciones no haga un curso acelerado de la infamia. ¿Cómo sería el país? ¿Cómo sería nuestra sociedad? ¿Cómo sería nuestra cultura? 

¿No podría mejorar este periodismo ridículo, absurdo, de interrupciones, de prepotencia que se lleva todo por delante?. ¿No podríamos plantearnos seriamente si nuestro drama son los políticos o nuestro drama es el tipo de periodismo que se ha quedado a vivir en la Argentina?