Hoy comienza la celebración del año nuevo Judío, Rosh Hashaná. Durante dos días se celebra, se reflexiona y se comparte. Y, además, cada quien tiene como deber buscar en su interior y arrepentirse por aquello que fue mal hecho.

El origen de esta celebración, sin rigor científico pero con toda la fuerza de miles de años de tradición, dogma y fe, tiene que ver con Adán y Eva, con su creación, con su nacimiento. Es decir, hoy se celebra el comienzo mismo de la historia de la humanidad, según el relato bíblico.

Hoy nacía Adán, luego Eva. Y, al mismo tiempo, el cuentito sobre el cual se construyó la civilización occidental y las reglas de un juego que todavía nos tiene en tensión y batalla. Y hoy, también, cumple años el pecado original. Vino todo en combo. Aquello de la manzana, la serpiente y Eva (“¡Cuando no”, dirán los gorilas), incitando al buen Adán a la mala vida.

Es notable: en la simiente misma de la fe y sus dogmas, en aquellos ladrillos basales de la construcción del poder en occidente, allí mismo la mujer ya es demonizada. Esto del patriarcado y la construcción de un ideario perverso que nos presume tontas o brujas y que, de paso, deposita en nosotras toda la oscuridad del pecado, data del comienzo mismo de nuestra historia como humanidad.

¡Mirá si no hay para deconstruir! La fábula fundacional ya nos quería objetos y serviles. Por lo tanto, hoy podría decirse que también nacía el patriarcado.

Han pasado, según el calendario judío, 5782 añitos y todavía andamos teniendo que explicar que no somos seres inferiores. A esta altura, si me disculpan, los inferiores son ustedes, los que aún piensan que están por encima de alguien.

Mientras tanto, aquí estamos ocupando espacios y haciéndonos escuchar. Las brujas, las provocadoras, las perversas, las putas y maléficas mujeres, moviendo el mundo e intentando llevarlo a un mejor lugar, porque lo que han sido los hombres codiciando siempre más y midiendose el miembro entre ustedes, nos vienen arrimado al abismo.

Y si esta reflexión suena a alegato feminista, pues que así se escuche.Y que resuene fuerte y claro, y si se pudiera que llegué bien lejos en el espacio y en el tiempo, hasta ese mismo paraíso en el que una serpiente, según dicen, tentó a la primera pareja a morder la manzana.

Que sea un año bueno y dulce se suele desear en esta celebración. Yo le sumaría que sea un año de justicia social, un año de violencia en retirada, un año de poderosos aprendiendo a ser humildes, un año de humanidad empática y no individualista.

Pero se ve que el pecado original caló hondo, tan hondo que hemos olvidado el paraíso y sólo sabemos ver serpientes y manzanas.