En la apertura de Aunque es de Noche, Pablo Marchetti recordó la figura de Rosario Sánchez Mora, conocida como “la Dinamitera”, una de las primeras mujeres milicianas que luchó contra las tropas fascistas que pretendían tomar Madrid en los primeros días de la Guerra Civil española.

Sánchez Mora nació en Villarejo de Salvanés, en las afueras de Madrid, en 1919. Tras la muerte de su madre, durante sus años de adolescencia, Rosario se fue a vivir con amigos de la familia a la capital española, con la condición de que estudiara corte y confección, tal como lo había previsto su padre para ella.

“Comenzó a trabajar como aprendiz de corte y confección en un círculo cultural de las Juventudes Socialistas. O sea que, además de costurera, Rosario se hizo comunista”, apuntó Marchetti.

Al estallar la Guerra Civil en julio de 1936, Rosario -que se había alistado previamente a la Juventud Socialista Unificada (JSU) sin decirle nada a su familia-, junto con otros jóvenes que se habían ofrecido como voluntarios para defender Madrid del autodenominado Ejército Nacional, partieron en decenas de camionetas convencidos de que en cuestión de días estarían de vuelta en casa.

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“En la primera línea de fuego le dieron un arma bastante rudimentaria, un mosquetón de unos siete kilos de peso. Sin otras nociones sobre armamento que las que recibió allí mismo en la trinchera, Rosario comenzó a pelear como un miliciano más”, relató Marchetti.

Y subrayó: “Fueron muchas las mujeres milicianas que combatieron del lado republicano en la Guerra Civil española, pero en general se alistaron después y no cuando eran menores de edad”.

Tras dos semanas de enfrentamientos, en las que los republicanos lograron contener a los sublevados, el lugar de combate se convirtió en una batalla de posiciones, y Rosario fue enviada a la sección de dinamiteros, donde se fabricaban bombas caseras. Allí, al manipular dinamita, el estallido de un cartucho le hizo perdió su mano derecha.

“Tras varios días en los que estuvo convaleciente, Rosario recibió la visita en el hospital del filósofo José Ortega y Gasset, que era catedrático de la Universidad Central de Madrid y que quería conocer su historia".

Ortega y Gasset no sería la única figura que se interesaría por Rosario: luego de su estadía en el hospital, retomó su militancia en el frente y la historia le llegó al poeta Miguel Hernández, quien le dedicó el poema “Rosario Dinamitera”.

“En medio de las bombas, la dinamita y las explosiones, Rosario se casó y tuvo un hijo. Cuando cayó la República fue detenida y encarcelada junto a otras cuatro mil mujeres en Madrid. Fue condenada a muerte, aunque luego le bajaron la pena a solo 40 años de prisión y, finalmente la liberaron el 28 de marzo de 1942. “Curiosamente, el mismo día en que la dictadura franquista asesinó a Miguel Hernández”, concluyó Marchetti.