Alejandro Dolina narra en La Venganza Será Terrible la historia de la construcción de la idea de virginidad a los largo de los siglos.

Al comienzo, el concepto no estaba ligado a la castidad sino por no tener esposo, y la integridad no era algo considerado honorable. Además, la ceremonia de la desfloración estaba separada de la relación sexual, mientras que las mismas se producían antes de la unión matrimonial.

Sería luego, con la llegada del cristianismo cuando aparece la idea de virginidad como renuncia.