El regreso más inquietante. La distancia se desvanece, la orden ha sido clara. El peligro acecha en la puerta en una escuela: “Covid 2021, esperando la tercera ola”.

Parece el avance de una película de terror, pero no lo es, es más de terror todavía que si fuera una película. Es la realidad.

El lunes se vuelve a clases y, como siempre, en la Ciudad de Buenos Aires dan la nota y se desmarcan del resto de la patria, y sobre todo del Gobierno nacional. Detalles que a esta altura del día seguramente ya conocerás: el Gobierno porteño autorizó que 700.000 chicos vuelvan a las escuelas a partir de la semana que viene. Hasta ahí todo bien. En toda la patria se buscará retomar la segunda parte del año con la mayor presencialidad posible.

La diferencia está en que en la muy autónoma Ciudad Capital, nuestros hijes y les docentes, volverán a clases como si este problemita de la pandemia ya prácticamente hubiera quedado atrás, como si no hubiera peligro en intensificar intercambios. Apenas un barbijo que oficie de escudo y unas supuestas burbujas que se pinchan ni bien las pensas un minuto. Con esos pocos recaudos, el lunes les pibes vuelven a la escuela.

Larreta ya había anticipado sus intenciones: presencialidad plena, al estilo amarillo. Esto es, un nuevo protocolo que "elimina la distancia" de 1,5 metros entre pibes dentro de las aulas. Eso sí, en los recreos, burbujas separadas de los otros cursos. Y, luego, ninguna otra novedad, es decir ninguna otra medida de prevención por el covid-19 para las escuelas a las que volverán nuestros chiques a partir del lunes.

Supongo que Larreta sabe que todo eso es pura ficción. Lo sabe y aún así fantasea en público vendiendo seguridades que no son tales. La lógica más básica lo delata: Larreta impone que la burbuja es el aula, les docentes y les alumnes, como si esos mismos docentes no fueran a otras aulas a ser parte de otras burbujas, y como si esos niñes y adolescentes no fueran parte de otras burbujas que terminan interconectando y deshaciendo toda lógica y realidad de burbujas de cuidado.

Estoy segura que lo sabe. Y vos y yo sabemos que no le importa.

Pero siempre hay un extra, una yapa, siempre algo más con esta gente. En el protocolo citado, se ratifica que las y los estudiantes y docentes "de riesgo" que hayan recibido al menos la primera dosis de la vacuna, dejan de estar exceptuados de asistir a clases, y por supuesto, la asistencia presencial pasa a ser obligatoria.

Vuelven también los comedores escolares: desde el 17 de agosto se habilitará su funcionamiento en los espacios cerrados, aquí sí con aforo, un 50 por ciento de su ocupación, y las burbujas podrán comer al mismo tiempo, pero con “dos metros de distancia entre ellas”. Todavía me duele esa semana en la que dejó sin su ayuda de comida a las familias porteñas, como represalia por la imposición de cierre de las escuelas que se dispuso desde Nación y que Larreta, claramente, rechazaba.

Los gremios, obvio, en pie de guerra, Ademys a la cabeza: “Con la apertura anterior se dio la segunda ola, ahora van a favorecer la tercera”, decían. ¿Y quién puede decir que no tengan razón en su teoría? Es más, el propio Quirós advirtió que es posible que haya una tercera ola de contagios en Argentina. Pues preparen las tablas para surfearla.

Delta ya se aquerenció en nuestra patria. Gracias a un puñado de ciudadanos irresponsables y penalmente imputables, la más contagiosa de las variantes del virus, la versión Delta ya está circulando en nuestro país. Dos casos confirmados en CABA y sin antecedentes de viaje, se supo esta tarde.

Una pésima noticia para terminar la semana. Córdoba y Salta como antecedentes, con otros individuos que no cumplieron la cuarentena obligatoria y salieron a contagiar, que sería algo así como salir a matar.

Hoy viernes 30 de Julio, Delta comenzó a andar solita. Circulación comunitaria le dicen. Y, mientras la marea se va agitando, la semana próxima nuestres pibes vuelven a la escuela sin distancia ni protocolos a conciencia en la Capital de las miserias.

No es que a una le guste ser portadora de malas noticias. Pero como siempre decimos, es la dura y pura realidad.