Luciano Fabbri es Doctor en Ciencias Sociales (UBA), Licenciado en Ciencia Política (UNR), Coordinador del Área de Género y Sexualidades UNR e integrante del Instituto Masculinidades y Cambio Social.

También participó en la fundación de los colectivos de varones antipatriarcales entre los años 2009 y 2014 y es miembro del Consejo Asesor ad honorem del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad.

Recientemente publicó “La masculinidad incomodada”, donde transita por “los efectos de la interpelación feminista sobre las masculinidades y sobre los varones”, según definió.

“Algo en común que nos pasa a muchos varones y que incomoda nuestra masculinidad en estos tiempos, es que en ese espejo que nos lo pone el feminismo enfrente empezamos a reconocer que también somos sujetos de género, que también hemos construido y hemos ido aprendiendo los mandatos de masculinidad y que es momento de que podamos empezar a revisarnos”, explicó Fabbri sobre su apuesta académica y política.

En esa revisión, apuntó que los feminismos pueden ser una herramienta para “reparar las heridas que el patriarcado nos generó a nosotros (los varones)”, pero también un elemento reparador de aquellas heridas que se provocan en los demás cuando los “lentes violetas” están ausentes como mirada del mundo.

Sin embargo, el académico aseguró que esa transformación de la mirada tiene como correlato reconocer privilegios de género que muchos varones no están dispuestos a abandonar porque, según indico Fabbri, “sería asumir que tienen una posición mucho más vulnerable de la que creen”

“Asumirlo es creer que te devalúa en tu masculinidad ante otros varones a los que intentamos demostrarles todo el día que nos reconozcan como parte de ese club de privilegiados”, señaló.

En esa línea, Fabbri explicó que los mandatos de masculinidad compelen a formas de habitar el mundo relacionadas con el riesgo y con prácticas de no autocuidado del propio cuerpo como forma de demostrar y ratificar la potencia y masculinidad ante otros varones.

Así, según detalló, los varones viven siete años menos que las mujeres, participan en más accidentes de tránsito y la tasa de consumo problemático y de suicidios es más alta.

“Más allá de todos los los privilegios que nos ofrecen a cambio para mantener este orden de cosas, la masculinidad y sus mandatos son generadores de infelicidad colectiva. Tenemos que poder compartir con los varones que el feminismo no es una amenaza contra nosotros, sino una oportunidad para tener relaciones más saludables, más libres y más justas”, aseveró.

Luciano Fabbri también se refirió al desafío de poder trabajar con aquellos sectores más conservadores y reaccionarios, que ven su posición antifeminista como una irreverencia hacia al poder, una estrategia que las nuevas derechas vienen desarrollando hace ya algunos años.

¿Cómo interpelar a esos sectores? Fabbri ensaya una respuesta: “Hay que empezar a construir una agenda que nos permita dialogar con los sectores más desorganizados, porque los que están organizados lo hacen con clara conciencia política de llevar adelante una agenda reaccionaria contra el movimiento de mujeres y feminista”.

Y añadió: “El Estado también se tiene que hacer cargo de brindar espacios de atención a los varones que ejercieron violencia, porque es parte de una política integral para la protección de las mujeres y las niñas en contra de la violencia. Todavía estamos como con un gran déficit en ese sentido”.