Hay distintas formas de hacer política y de hacer periodismo. Al fin y al cabo hay tantas maneras de vincularse y de relacionarse en la vida de lo cotidiano. 

Parece que cuando los tiempos se tensionan parece que todo vale. Como es mucho lo que está en juego, parece que las formas no importan en pos de cumplir un objetivo. 

Ese todo vale se argumenta con que el tiempo así lo exige o se argumenta con la dimensión que tiene nuestro adversario o nuestro enemigo político. 

La verdad es que es oportuno plantearse si como sociedad esto debe ser así. Y preguntarnos también si en todo caso las formas no hacen al fondo de la cuestión. 

Por ejemplo, en comunicación la forma es parte del contenido. Aquello que comunicamos también responde al cómo lo comunicamos. El cómo hacemos política habla de en qué política creemos. 

Hace años que vemos a una oposición mediática y política, a una derecha, un poder concentrado que hace cualquier cosa con tal de juntar votos. Que hace cualquier cosa, con tal de ganar espacios de poder, de recortarle derecho al pueblo. 

Vemos a su periodismo montar grandes operaciones, grandes mentiras, y así vemos cómo muchos momentos han ganado elecciones, han ganado espacios de poder. 

Vemos, sufrimos con clara evidencia lo que ellos hacen y lo sufrimos por la violencia misma, además, con que lo ejercen. Y entonces nos preguntamos ¿no estamos siendo demasiado ingenuos? ¿No debemos hacerle probar un poco de su propia medicina alguna vez? 

Ellos nos persiguen, nos calumnian, nos reprimen. ¿Y nosotros qué? Ante esto también hay que preguntarse si de verdad creemos que se le gana al enemigo con las mismas armas que el enemigo utiliza para destruirnos. 

Supongamos que se le gana con su metodología. ¿En verdad le estamos ganando? O en el fondo perdimos. Quiero decir, si para ganar te transformaste en alguna medida en aquello que desprecias en el fondo no lo venciste. 

La dignidad de la lucha de los pueblos en toda su historia es que nacen de lo que somos en pos de lo que creemos, con aciertos y con errores. Algunos dirán que es un pensamiento demasiado purista. Al fin y al cabo la ética y la moral son imposiciones culturales de un modelo. Y puede que sea cierto. Puede que sea verdad. 

Lo que también es cierto es que nuestra lucha exige mucho más, porque no busca solamente ganar una elección, no busca solamente construir o avanzar sobre un espacio de poder.

Busca construir un hombre y una mujer más justa para tener un país más justo. Busca construir un hombre y una mujer más solidario para tener un país más solidario. Busca construir un hombre y una mujer más libre para que respete la libertad del otro y así construye una libertad colectiva.

Es mucho más grande nuestra batalla. Nada tiene que ver con la de ellos. Por tanto, sus metodologías tarde o temprano nos van a demostrar que son contraproducentes a nuestros propios intereses. Porque no todo da lo mismo. Porque no da lo mismo la manera de cómo llegamos.