Todos los días podemos descubrir algo llamativo en el comportamiento de los medios y en todo lo que es la pelea contra coronavirus.

A lo que me voy a referir es una especie de récord del cinismo. Se trata de lo que ayer ya tanto el diario La Nación como Clarín ahora se quejan por la falta de restricciones más duras. Parece mentira. La Nación dice "pese al incremento de casos, el Gobierno anticipó que las restricciones estrictas finalizan el domingo". Clarín dice que "Argentina pasó los 40 mil contagios y levantarían el confinamiento el lunes".

Cosas notables suceden. Ambos diarios sugieren que el Gobierno no toma nota de la gravedad de la situación. 

Si era el principio de todo lo que ocurrió los medios hubieran tenido que defender las cuarentenas lo hubieran hecho. La cuestión era ir contra el gobierno como lo hacen minuto a minuto en sus zócalos y en los títulos de los diarios. 

Cuando empezó la pandemia y el gobierno eligió cuidarnos a los diez días ya estaban peleando por lo contrario, llenándole la cabeza a la gente con las críticas que mencionaban el trabajo y la producción.

Nos decían que nos íbamos a morir de hambre antes de que de coronavirus. A diario teníamos que escuchar los delirios de una oposición mediática y política desesperada por servir a un sistema del que viven y que no tienen ninguna relación con lo que llamamos el pueblo.

La cuestión era que no creciera la figura de Alberto Fernández, que estaba siendo muy elogiado adentro y afuera del país por la gestión de la pandemia. De esto se trataba. Si el Presidente hubiera elegido el camino de no imponer cuarentenas los medios hubieran dicho "todo el mundo están poniendo cuarentena y nosotros no". 

Espero que nadie se haya olvidado de todo lo que hicieron. Ha pasado el tiempo. Los contagios a los que ellos ayudaron que se propaguen con sus campañas periodísticas criminales han llegado a un nivel muy angustiante.

Pasaron de retractores de la cuarentena a quejosos porque levantan las medidas restrictivas. Esta gente lo único que quiere es hacer daño al gobierno, pero sobre todo a la democracia.