Ayer se cumplieron 18 años de la asunción de Néstor Kirchner. Aún es difícil asumir que pasaron tantos años y que en el medio pasaron tantas, pero tantas cosas.

La vida política de Néstor Kirchner, su militancia y su presidencia, fue tan intensa que una porción enorme de este pueblo aún siente que Néstor Kirchner gobernó hasta ayer nomás, pero no pasaron muchos años.

A menudo, en la política, aquellos dirigentes, líderes populares que han ingresado en el corazón de su pueblo sin pedir permiso ha sido a fuerza de las políticas amorosas que tuvieron para con su pueblo y retornan permanentemente, porque lo que retorna es el recuerdo de la felicidad.

Con ese recuerdo aparece el rostro, la voz de aquél que desde la política lo hizo posible. Y esto hace que uno quiera volver el tiempo atrás y hacer que todo vuelva a suceder como en aquel entonces.

Porque si hay algo que este presente necesita es que aquello que Néstor Kirchner logró pueda volver a suceder.

Muchos me dirán que las cosas jamás suceden dos veces de igual manera. Y es cierto. Serán distintas. ¿Y por qué no mejores? Pero podrán volver a ser.

El cantautor español Joaquín Sabina asegura que no se debiera volver al lugar en donde se ha sido feliz. ¿Y por qué no? Si una forma de volver es tomar el ejemplo y caminar y recorrer los caminos que ya hemos probado que nos llevan a ese lugar de felicidad y de derechos.

¿Cuánta falta hace en nestorizar la Argentina y la política? ¿De qué se trata esto de nestorizar? Se me ocurre que nestorizar es hacer de la política un lugar en donde se pueda habitar para hacer feliz al otro. Hacer de las convicciones el motor de la política, en donde el decir sea hacer y el hacer sea el sentido mismo de la política.

Nestorizar a la sociedad es unirla bajo el libre ejercicio de derechos para todos y para todas, con sueños, con intereses y deseos comunes que nazcan de las necesidades de los pueblos. Unir al trabajador con aquel que le da trabajo.

Quizás nestorizar es que se pueda recuperar el coraje de defender lo que ellos detestan. Defenderlo sin temor y saber que cuesta la vida construir un país más justo de verdad.

Traer al presente aquellas palabras del 25 de mayo de 2003 de Néstor Kirchner hoy se hace urgente. Néstor dijo que no debemos ni podemos conformarnos los argentinos con haber elegido un nuevo gobierno.

No debe la dirigencia política agotar su programa en la obtención de un triunfo electoral. Todo lo contrario, lo que se trata es de cambiar los paradigmas de los que se analiza el éxito o el fracaso de una dirigencia de un país.

Discursos, diagnósticos sobre la crisis no bastarán ni serán suficientes. El éxito se medirá desde la capacidad y la decisión y la eficacia para encarar los cambios.

Néstor dijo también que ningún dirigente, ningún gobernante, por más capas que sea, puede cambiar las cosas si no hay una ciudadanía dispuesta a participar activamente en ese cambio. 

Néstor no creía, en el axioma de que cuando se gobierna se cambia convicción por pragmatismo. Eso constituye en verdad un ejercicio de hipocresía y cinismo.

Quizá habrá que nestorizarse en esta etapa para volver a soñar. Y no esperar que alguien nos venga a proponer un sueño, sino proponérnoslo mutuamente unos a otros. Proponernos ese sueño de reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como nación, proponernos mutuamente ese sueño que es la construcción de la verdad y la justicia.

Proponernos como lo hizo Néstor Kirchner hace 18 años un sueño es el de volver a tener una Argentina con todos y todas, para todos y todas.