La actriz Martina Gusmán pasó por La Pizarra y dialogó con Alfredo Serrano Mancilla sobre su vida en Argentina, España y como construyó su carrera como actriz.

Sobre su infancia y vocación, sostuvo: "Si tuviera que buscar un personaje que me defina en la infancia, te digo Mafalda. Era muy crítica, reflexiva y lectora".

Y agregó que tuvo varias etapas: de pequeña siempre estaba en sets de filmación o en escenarios porque su padre es director de teatro y su madre vestuarista de cine.

"A los 6 años comencé a estudiar actuación, así como en algunas casas era “el niño va a ser doctor”, en la mía era “la nena va a ser actriz”, confesó.

Siempre lo tuve muy claro hasta que terminé el secundario, tuve una crisis y dije “no quiero ser actriz porque es un mandato familiar”. Empecé a viajar y a trabajar en producción y publicidad. Ahí conocí a Pablo Trapero, mi marido

La militancia social:

Vengo de una casa muy politizada, mis padres fueron militantes en los 70, hice trabajos comunitarios en una villa desde los 13 años. Encontré un espacio de militancia social en la Fundación Sí, que es apartidaria.

Una de sus tareas es acompañar a las personas en situación de calle, ahí estuve como referente durante bastantes años y ahora soy voluntaria. Otra, es la construcción de residencias universitarias para chicos y chicas que viven en zonas rurales sin recursos económicos y se trasladan a la capital de la provincia para continuar sus estudios. La fundación se ocupa del andamiaje académico, el alojamiento, la comida. Soy coordinadora de una residencia en la provincia de Corrientes.

La experiencia de Leonera:

Leonera representó un proceso en la búsqueda de las historias que yo quería contar. Fue un año de entrevistarme con mujeres detenidas, un taller de actuación dentro de la cárcel para que las internas que quisieran participar en la película lo pudieran hacer. Leonera fue un antes y un después a la hora de descubrir mi concepto de actriz y fue un compromiso social. La mayoría de las escenas fueron grabadas en la cárcel con internas reales que cobraron como actrices. La película abrió el debate sobre la prisión domiciliaria para mujeres embarazadas o madres de niños hasta tres años, ley que se sancionó en 2008.

La relación de actores y actrices con los personajes:

La actuación es para mí una herramienta de catarsis y de liberación. Lo que me moviliza como persona son temáticas de la vida real, que las mujeres detenidas tengan que criar a sus hijos en un penal es algo que me parte el corazón. No puedo modificar la realidad pero sí puedo lograr que la gente la conozca a través de un personaje que yo puedo representar. Actuar es transformar el dolor en acción.

Su trabajo y el tratamiento de la prostitución en El Inocente

"Si bien el tema de la prostitución y la trata no es un eje central en la serie, es cierto que fue tratado con respeto y profundidad. Tuve que hacer un proceso en la construcción del personaje y jugar más con los extremos de la luz y de las sombras", confesó.

Respecto a su personaje, Kimi es una resiliente. Hubo una búsqueda de elementos propios de Argentina como la estampita de Evita en el espejo del camarín.

El ego en el mundo de la actuación:

Para Martina hay dos tipos de personas: las que se creen los propios personajes y las que siguen con su vida y entienden que todo es parte de un juego.

"En el mundo audiovisual no tenes que creerte nada y tenes que seguir siendo vos donde sea que estés. Entiendo que la devolución de los espectadores es hacia el personaje y no hacia mi persona porque a mí, Martina no me conocen", concluyó.