Por estos días hemos visto imágenes durísimas de miles de migrantes marroquíes llegando a las costas de la ciudad de Ceuta, en España. 

Imágenes de jóvenes, sobre todo niños y niñas, llegando a las orillas con el último aliento al límite del ahogo para que una vez que toquen la costa, sean detenidos por el ejército y luego ser regresados al infierno de donde quieren escapar. 

Esto se vive en el mundo hace años. Un mundo que escapa de sí mismo y no tiene donde huir. Y la pregunta es ¿de qué escapan? 

Ninguno de estos hombres y mujeres, jóvenes y niños son causa. Ninguno de ellos son Origen, sino que son consecuencia. Son finalidad. 

Las imágenes duelen. Los migrantes no son otra cosa que el rostro del modelo neoliberal. Son el rostro de la pobreza, el rostro de la marginalidad. 

Escapan de un círculo perverso. Escapan de las guerras que genera el poder mundial concentrado. Escapan del hambre y la marginalidad. 

Escapan de las violaciones a los derechos humanos, de dictaduras impuestas también desde otros países. 

Según la última información internacional que hay de personas migrantes que son desplazadas por la fuerza en todo el mundo supera las 80 millones de personas. 

80 millones de personas que están escapando a un lugar que no existe porque es el lugar en cuanto llega, lo desprecia. 

Escapan del círculo perverso que es el capitalismo salvaje. Un círculo perverso que en su punto inicial genera desigualdad, marginalidad, concentración de riqueza que instala la teoría del derrame que nunca derrama. En la otra punta del círculo que se cierra la expulsión, la expulsión de la misma realidad que el modelo, construyó la expulsión a partir de la estigmatización de los hombres y mujeres que el modelo construyó la persecución a aquellos que el mismo modelo obligó a huir. 

Lo peor de todo es que de todo este círculo perverso es que la mayoría nos conmovemos cuando vemos la foto final. Cuando vemos las imágenes de una televisión que musicaliza un horror que no hace falta ponerle música. 

Una humanidad somos que muchas veces reaccionamos ante las consecuencias, pero las causas mientras se van sucediendo, nunca son noticia.