Como si la pandemia, el riesgo de contagiarse y morir no fuera suficiente, aparecen campañas bien orquestadas para complicarnos un poco más la realidad. “Que la vacuna al final no es tan efectiva”, “Que el gobierno prohíbe que otros compren vacunas en el exterior”, son algunas de las operaciones que se oyen. Y no lo digo por víctimas de operetas a partir de su buena fe como puede ser Matías Almeyda, lo digo por los que destruyeron el aparato sanitario en Argentina al gobernar y ahora nos hacen creer que no traen las vacunas porque no los dejan.  

Esta semana se confirmó el 4, 1 por ciento de inflación. Es infernal el ritmo de suba de precios en las góndolas y en la calidad de vida en general, pero curiosamente no tiene su correlato mediático.  No es un tema que la oposición haga bandera, ni que le preocupe. Tampoco es un tema que al poder mediático ponga en la agenda. ¿Por qué será?  ¿Será que comparten muchos intereses?   ¿Será que hay mucho auspiciante poderoso o mucho empresario que comparte intereses con la prensa hegemónica haciéndose rico en este momento? 

No es sólo la ambición por tener un poco más. Hay un componente político en los aumentos. Están apostando a generar un vacío de poder, una crisis de gobernabilidad, y por eso es necesario que el gobierno retome su agenda.

La agenda urgente de las mayorías es cómo hacer para llegar a fin de mes, cómo comer todos los días con esta inflación galopante y los salarios deteriorados y cómo conseguir un laburo estable. Esto claramente  no se resuelve con mesas de diálogo.   

Se quieren llevar puesto a este gobierno, y la verdad es que no ponerse firme en determinados temas es ceder terreno.  La concentración del mercado en el país y el poder que tienen esas pocas firmas para generar distorsiones en los precios no es un problema nuevo, ni siquiera es un problema sólo de Argentina. 

Es necesario que tome  fuerza la idea de que aparezcan nuevos actores que se contemplan por ejemplo en la ley de góndolas, en la de agricultura familiar, en los proyectos de ferias, todos por ahora incipientes y sin la fuerza necesaria para modificar la problemática.  Hay que decir que ya deberían estar implementándose, son buenas iniciativas pero necesitan tiempo, deberían ser complementarias con otras medidas de fondo. 

Pero cada vez que el gobierno atinó a poner restricciones o cupos en los alimentos que se exportan y que están teniendo ganancias extraordinarias por los precios internacionales y la suba de exportaciones,  el lobby de la mesa de enlace y la presión  de los sectores involucrados logran frenar las iniciativas. 

Los dueños de la tierra y de los alimentos en Argentina se manejan con sus propias reglas, se arrogan la posibilidad de cogobernar y lo logran.

Y esa es la principal crisis que logran instalar, una crisis de poder. ¿Quién tiene el poder? Es lo que cuestionan y esa pulseada entre el poder formal y el poder real, pocas veces fue tan clara.

La Corte Suprema de Justicia, se mete en las disputas políticas y excede sus funciones diseñando políticas sanitarias, eso es lo que hizo con las clases en Buenos Aires, nadie responde ante la muerte de docentes ahora o los contagios, pero dieron de baja una política sanitaria, y si la corte lo hace cualquier juez cree que puede, autorizando a un argentino a visitar a su novia en Brasil, en nombre de las libertades, o dandole una mano, cuando no, a un  grupo como Clarín para vulnerar lo que se determine en cuanto a precios de tarifas y prestaciones a las familias que más lo necesitan en cun contexto de pandemia. Resisten como hacen siempre a las leyes con jueces amigo, lo hicieron históricamente y les va bien. No devuelven guita ni frecuencias, ni cumplen leyes. 

¿Quién gobierna entonces? Clarín? ¿Los jueces amigos? ¿Los formadores de precios?  Me pregunto si así como fue una decisión política la de Mauricio Macri de entregarle la posibilidad de brindar telefonía móvil y además, eximirlos de cumplir la ley de servicios de comunicación audiovisual que lo obligaba a desprenderse de licencias para generar mayor pluralidad de voces, no se podrá con una decisión política, que amerita en este caso por las circunstancias especiales que atravesamos, revertir esos privilegios.

Si claro, el contexto, si claro, los derechos adquiridos, si claro el respaldo político, todos los peros también a favor de los poderosos. Nunca parece el momento. Clarín en todo caso seguirá recibiendo multas que no pagará. Enriqueciéndose de los bolsillos flacos de los laburantes a los que además, tratará de alimentar con veneno.

El principal nudo, el origen de todos los problemas hoy en nuestro país es ese, el desacato de los sectores de poder que resisten a un gobierno que represente a los sectores populares.  Envalentonados claro, porque después de Macri saben que pueden ser gobierno y estar de los dos lados del mostrador, esta vez sin militares.

 Si el gobierno y el Frente de Todos no puede visibilizar y admitir esa batalla de fondo, si no lo hacemos como ciudadanos, lo que está en peligro en realidad es la vida democrática.

La campaña del poder real en 2021 se basa en una violencia absoluta: la violencia en las mentiras,  la violencia en el hambre, la violencia en el desprecio a la vida.

Un año y cuatro meses de gobierno, más complicado, mucho más complicado que lo esperado, claro que no es fácil gobernar así. 

¿Hay capacidad de reacción en el frente? ¿Hay solidez en la unidad  para resistir estos embates? ¿En qué momento se acusa recibo por tanta violencia naturalizada?  En cualquiera de las posibles respuestas lo único que está claro, es que la inacción no es una opción válida.

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