Por favor y gracias son las palabras mágicas que a todos nos enseñaron desde pequeños. Son un acuerdo de buen trato y cortesía que funciona siempre y cuando la devolución esté a la altura. Siempre y cuando el interlocutor no quiera aprovecharse de nuestra buena intención.

Ayer el Presidente volvió a pedir a los sectores de poder que por favor sean solidarios, que ya ganaron suficiente, que pueden guardar la aspiradora un rato y dejar que se recupere el poder adquisitivo de los que menos tienen.

El presidente puso sobre la mesa el tema hambre, y aquí algunas observaciones: si no es el Frente de Todos, nadie pondrá este tema en la agenda.

Le toca al frente, por las características de la oposición bolsonarizada e irresponsable que se configuró en los últimos años, marcarse sus propios puntos flojos, corregir errores y rumbo.

Pasado un tiempo, la verdad es que es necesario preguntarse qué pasa cuando la respuesta a los buenos modales es más inflación, abuso o incluso judicialización de políticas pensadas para acompañar a los sectores más vulnerables como por ejemplo, la declaración de servicio esencial a las comunicaciones.

Ante la magnitud de los problemas económicos, de la pobreza, de la inaccesibilidad de los alimentos, no tiene muchas posibilidades más el gobierno de seguir convocando al diálogo y que la falta de resultados sea exclusivamente responsabilidad del otro.

Pasado un tiempo prudencial, si no hay cambio de estrategia ante la falta de resultados, el problema será la estrategia. Y ya lo hemos dicho, lo que se pierde es mucho. El propio gobierno lo destaca y lo sabe: 57 por ciento de pobreza en la infancia.

Es realmente difícil creer que en algún momento van a sentir que ya ganaron lo suficiente y van a colaborar por motus propio, eso no funciona así.

El poder real en Argentina se beneficia del actual orden que se acentúo con la pandemia: los que más tienen concentran más y los que menos se siguen empobreciendo. Es un problema en la región, lo citábamos hace poco, 20 millones de nuevos pobres en la región.

Hay sectores en Argentina y en el mundo que no tienen ninguna voluntad de colaborar y mucho menos de que algo le salga bien a este gobierno. Hay quienes de verdad esperan que todo salga mal, desde lo económico hasta lo sanitario, aunque en ello vaya la vida de muchos.

El presidente también dijo gracias, una vez más, a quienes cumplieron pagando el aporte extraordinario a las grandes fortunas. Tengo mis reparos con agradecer a quienes hicieron el aporte, porque en verdad el esfuerzo mayor lo hacen quienes menos tienen y eso esta naturalizado, y nadie lo agradece.

La política redistributiva no puede ser un favor que se agradece, tiene que tener otra perspectiva, y en realidad no debería ser algo excepcional.

Más allá de esto, el presidente cierra la semana con un mensaje claro, con postales que lo ponen en el centro de la escena e intenta recuperar la agenda, intenta imponer su agenda que es lo que necesita.

La postal más importante de la semana, sin dudas, es la foto junto a Cristina y Axel, zanjando las tensiones por la cuestión energética y la discusión por el alejamiento que no fue de Federico Basualdo.

Respondiendo a quienes se frotan las manos esperando un cortocircuito irreparable en la alianza gobernante. Quédense con esta imagen, les dijo.

La pandemia nos sigue azotando, los números de las muertes son altísimos y los contagios se amesetaron altos.

La corte suprema se metió de lleno en el conflicto por las clases presenciales en CABA y aunque asegura no tener elementos para pronunciarse sobre una cuestión sanitaria, termina haciéndolo en lo concreto. La movilidad en CABA no se redujo tanto como hubiera ocurrido si se acatara la medida propuesta por el presidente.

¿Quiénes serán responsables por los contagios que se den en ese ámbito? Aunque sabemos que es difícil establecer dónde se dan los contagios.

Esta semana murió un hombre de 60 años esperando una cama. Tres días estuvo esperando este señor que era papá de 7 hijos que salía a la calle a ganarse la vida vendiendo churros. La situación es delicada, lo vienen contando los médicos. ¿O es que no importan determinadas muertes?

Las tensiones en el sistema de salud se dan a lo ancho y a lo largo del país. Lamentablemente la tozudez por mantener las aulas abiertas a cualquier precio no es sólo de Larreta, aunque es el que sobresale por abiertamente trabajar en base a esta decisión una proyección como candidato a nivel nacional, de eso se trata.

Lo sanitario y lo político partidario. Todo se mezcla. Porque ni siquiera en este momento tan trágico es posible en Argentina apelar a la empatía y responsabilidad de quienes sólo buscan rédito hasta en la desgracia.

La actitud de Larreta, Macri y Patricia Bullrich, entre otros, son un recordatorio fuerte de por qué es necesario que el frente cierre filas. recordatorio de lo peor que le ha pasado a nuestro país y está, ojo, a la vuelta de la esquina.

La unidad del Frente de Todos y su capacidad de resolver los problemas de la pandemia y la economía es imprescindible para evitar el avance de esa derecha destructiva.

Quienes sólo hablan el idioma de las ganancias y el individualismo, no reparan en buenos modales. Si los apuran denuncian autoritarismo pero encuentran en la invitación al diálogo una buena excusa para que nada cambie.

La sensación, casi certeza, es que para resolver la inequidad, este gobierno va a necesitar mucho más que buenos modales.