En una nueva clase magistral de la escuelita de Toma y Daca, el pedagogo de fuste Julián Elencwajg habló “El Caos” el primer cuento del libro homónimo del poeta crítico, traductor y escritor argentino Juan Rodolfo Wilcock.

“El Caos cuenta la historia de un personaje muy extraño que se dedica a crear y administrar el azar en el mundo por medio de una serie de fiestas en las que estimula todo tipo de sorpresas para alterar el orden e intercambia azarosamente los roles de los participantes” introdujo Elencwajg y compartió el párrafo final del cuento de Wilcock.

“Nadie en efecto se dio cuenta cuando el estado de fiesta permanente se convirtió en estado de normalidad. Los más habían perdido la memoria, o preferían creer que la habían perdido, ya que lo que ahora hacían todos los días estaba más de acuerdo con sus verdaderas inclinaciones. Ninguna condesa vino a verme para quejarse de su obligada reclusión en un lupanar; ningún escritor abandonó la pocilga que le había sido confiada en calidad de porquerizo; los almaceneros no eran menos atentos que sus predecesores en sus nuevas obligaciones de sacerdotes, y en la función de la Ópera los jockeys no cantaban con menos brío que los pretenciosos tenores y barítonos de antes. Y yo, por mi parte, no encontré mayor dificultad, con el correr de los años y el acumularse de la experiencia, en resignarme a desempeñar el papel de gobernante justo, laborioso y progresista”.

Vivir del azar

"¿Ven cómo el caos, el azar, la entropía a la que tiende todo según Schrödinger se convierte en un estado de normalidad? ¿Les gusta la idea de vivir en un mundo regido por lo azaroso como el que plantea Wilcock en “El caos” o Jorge Luis Borges en “La lotería en Babilonia”, chiques? ¿O prefieren pensar en un mundo más previsible?"

"Les cuento que luego de que el Gobierno nacional decretara nuevas restricciones ante el aumento exponencial de casos de coronavirus, los gobiernos de la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires anunciaron sus propias medidas, que tendrán vigencia hasta el 30 de abril y contemplan el cierre de casinos y bingos. En un mundo cada vez más caótico, impredecible, entrópico, el presidente Alberto Fernández, el gobernador bonaerense Axel Kicillof y el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta coincidieron en su postura de cerrar casinos y bingos para abolir el azar y lograr que la entropía de la que habla Schrödinger deje de regir sobre el país, la Provincia y la Ciudad. Si muerto el perro, se acaba la rabia, tiene sentido que cerrando bingos y casinos se termine el azar".

"La incertidumbre, lo imprevisible, lo entrópico, desaparecen con el cierre de los bingos y los casinos y la certeza se impone. Todo pasa a ser esperable, predecible e incluso predestinado cuando se quita el factor suerte y así es más fácil pensar en el futuro. ¿Pagarle al Fondo Monetario Internacional? Inexorable. ¿Cumplir con cada una de las exigencias del FMI? Inevitable. ¿Que casi todos piensen que es natural que haya una base de pobres e indigentes en Argentina que llegó para quedarse para siempre? Irremediable".

"¿Ven como sin entropía el panorama pasa a ser mucho más claro, chiques? La abolición del azar gracias al cierre de los bingos y casinos hace que dejemos de pensar en posibilidades y probabilidades y nos relajemos sabiendo que el destino ya está escrito y no hay nada que podamos hacer para cambiarlo; lo que es muy bueno si nuestro destino es muy bueno, pero muy malo si nuestro destino es muy malo. Tal vez sea conveniente dejar que el azar vuelva a intervenir en nuestro universo, ¿no? Quizás la próxima grieta que genere divisiones en la pobre patria mía sea la que se dé entre los abolicionistas del azar partidarios de la predestinación y los defensores de la entropía, el libre albedrío y la indefinición".