En su columna de humor en La Mañana, Adrián Stoppelman habló del precio del pescado esta semana santa y cómo darte cuenta que está caro. 

Pasan cosas raras con la Semana Santa que se acerca. Especialmente con el precio del pescado, que parece que en concordancia con lo sagrado de la celebración, desea elevarse hasta el cielo.

La merluza subió un 81%. Y aclaro algo: el precio de la merluza, aunque parezca, no está en manos de Aranguren. Tampoco está relacionado con el bloqueo del canal de Suez, porque con ese precio uno pensaría que la merluza viene en barcos que dan la vuelta al mundo y como ahora están varado. De paso, una duda: ¿Están seguros que el canal de Suez, así de angostito, no lo diseñó un tal Al Iguacel, no?

Pero volvamos al pescado. Mirá si estará caro que desde algunas parroquias ya pidieron permiso al Vaticano para el viernes poder hacer una choriceada. El problema del pescado es que, en general, tenés que acompañarlo con algo para que te llene: papas, arroz, mondongo a la española.

Y el problema que se suma es que no hay algo más económico para acompañar al pescado: la lechuga, la papa, el arroz, todo está tan caro que lo único más o menos accesible sería poner al horno a algún cuñado, eso si, que sea vegetariano.

El pescado está tan caro que pareciera que en vez de espinas viene con marfil. Ni hablar de los mariscos, que ahora se llaman "frutos de mar", que es como llamar a una naranja "mariscos de árbol", absurdo. Con estos precios, es más barato pagar los sueldos del plantel de Platense durante todo un campeonato que comprar un kilo de calamar.