Julio Navarro,  científico argentino nominado al Premio Nobel de Física, charló con Alfredo Serrano Mancilla para La Pizarra en un mano a mano de confesiones, estadísticas y mucha acción. 

UNA NIÑEZ A PRUEBA DE BALAS

Sobre su infancia, Julio contó que era inquieto pero estudioso, que se portaba bien: “Era una maravilla de chico, diría mi mamá”. Desde los 10 años de edad sabía que iba a ser astrónomo porque se enamoró del cielo estrellado del sur y de la luna. Se preguntaba prematuramente cómo funcionaba ese “mecanismo de relojería” en el cielo.

También contó que cuando le dijo a su madre que quería ir a la universidad para estudiar astronomía, la respuesta fue “sobre mi cadáver”, argumentando que con esa profesión nadie se casaría con él. Fue la negativa de su madre el principal impulso para seguir la astronomía. 

En la actualidad, lleva 32 años fuera de Argentina pero confiesa que no ha dejado de seguir el fútbol; le gusta mucho la Premier League y la liga alemana. En cuanto a la liga española dijo que siente mucho del Barcelona, pero que sobre todo su enganche es Messi. Más que seguir al Barca, yo sigo a Messi”.

LA MATERIA OSCURA, su objeto de estudio

Entre reuniones políticas como dirigente estudiantil, una carrera de ingeniería en la mañana y otra de astronomía en la noche, Julio contó que le tocó hacer un alto y decantarse por una sola actividad: “elegí lo más fácil, la astronomía”.

Repasando conocimientos básicos de la física y deambulando sobre tablas periódicas, el universo y como se pensaba a la física, Julio vuelve sobre sus pasos y afirma: ‘Pensábamos que eso era todo lo que había en el universo, y pensábamos que la energía en el universo estaba en la luz. Desde hace unos 30 o 40 años ha habido una revolución en nuestro entendimiento sobre de qué está hecho el universo.’  Y agrega: ‘Si no se puede medir no es interesante desde el punto de vista científico.’

Otro tema que pisó fuerte en este segmento audaz de entrevista, fue la diferencia entre las ciencias duras y las ciencias sociales. ‘A la naturaleza no le importan nuestras opiniones’, cuenta, mientras deja en claro que su opinión es completamente irrelevante para la magnitud del tema en cuestión.

Entre charlas de salón y libros, menciona que siempre les dice a sus estudiantes que las estrellas no fueron creadas para ellos, para iluminar su cielo de noche, que en realidad todos son pequeños habitantes de un universo muy vasto que se está expandiendo. Movilizante discurso para ser un simple pibe que escucha al maestro, queriendo saber un poco más del mundo, anhelando estar tres pasos más cerca del sol y se encontrándose finalmente con su rutina del lunes.

‘La diferencia es que las ciencias sociales se basan en fomentar, crear, revisar opiniones’, dice Navarro, y agrega que todo se basa en opiniones y que eso es lo que lo vuelve tan difícil, porque en tanto que es opinión siempre puede cambiar con el paso de la cultura, el lugar, las generaciones y precisamente eso lo vuelve mucho más rico, fascinante e interesante.

¿Se puede comparar el arte con la astronomía?

Navarro, al parecer, esto lo tenía clarísimo desde el comienzo, considerando al antes mencionado arte como expresión humana, precisamente porque no hay nada bueno ni malo en ello, y si lo hubiera, ¿con qué vara podría determinarse? Te gusta o no. Punto. Pero la ciencia social trabaja con las opiniones de grupos humanos y eso, sin duda, es un trabajo mucho más arduo.

UN VIAJE AL ÉXITO 

El científico habla un poco sobre haberse hecho conocido ahora, más de lo que quizás ocurría hace algunos años. Menciona que las cosas funcionan así, que la notoriedad va variando en conjunto con el tiempo y que no maneja otra cosa que una relación un poco ambivalente con los premios: ‘me parece que a veces son un poco injustos porque enfocan el reconocimiento en unas pocas personas y luego se olvidan de todos los demás, sin los cuales un descubrimiento hubiera sido imposible’ cuenta. Y agrega: ‘La mecánica cuántica es mucho más fácil que la política Argentina’ dejando una puerta abierta hacia una posible discusión infinita.

LA CIENCIA Y EL CORONAVIRUS

Cómo humano, contemporáneo a la pandemia por el covid-19 y analizando diversas perspectivas ante una misma cuestión, Navarro afirma que la ciencia es bastante sencilla. ‘Este es un coronavirus como muchísimos otros. Es cierto que este ha sido un poco más letal porque es más contagioso y como no hay ninguna inmunidad previa parece ser que lleva a una mortalidad bastante alta. Pero desde el punto de vista científico es completamente trivial. El problema es otro, más del tipo político’, y ahí es donde se abre un sin fin de preguntas sin respuestas: ¿Qué se hace hasta que esté la vacuna?, ¿Cómo se mejora la situación? ¿Desde qué lugar la sociedad enfrenta semejante desdicha? 

Para el científico, el coronavirus desnudó las sociedades de diferentes formas por las reacciones que han producido, confirmando que existe sacar algo bueno de todo esto y es qué hay situaciones previsibles con las que se puede hacer algo.

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